Opinión

Otra revolución es posible

A todos nos ha sorprendido el resultado de una candidatura que ha obtenido millón y cuarto de votos y cinco escaños en el Parlamento Europeo, con un programa de alto riesgo, si es que llegara alguna vez a ponerse en práctica, una palabra ariete: “Podemos” y la cara de su líder. Este exitoso experimento se explica según muchos porque canaliza políticamente la ira de todos los indignados. Pienso que efectivamente hay motivos para la indignación de mucha gente, pero no creo que atizar el odio y el enfrentamiento vaya a traernos una justa solución de los problemas laborales, económicos, financieros y políticos que requiere el esfuerzo y la colaboración de todos para salir de una situación difícil, sin perjuicio de exigir responsabilidades a quienes la hayan causado.

Es peligroso alentar aspiraciones revolucionarias para establecer utopías que terminan en nuevas y peores injusticias, como podemos comprobar no solo por la historia sino por la realidad de las revoluciones que están ante nuestros ojos, aunque haya iluminados a los que les parezcan envidiables. Pero otra revolución es posible, se llama en lenguaje bíblico “conversión”. Es necesario que los que odien dejen de odiar y amen a su prójimo, los que roban y estafan devuelvan lo robado y se dediquen a buscar el bien común, los que quieran ser líderes que se conviertan en servidores, los que mienten y manipulan busquen con ahínco la verdad, que todos busquemos la justicia dentro de nosotros mismos más que en los juzgados, que trabajemos por la paz y corramos tras ella.

Seguro que pensarán que lo que estoy diciendo es otra utopía inalcanzable, pero creo que el amor es más fuerte que el odio, más capaz de trasformarlo todo, basta con estar dispuestos a ello con humildad y la ayuda de Dios, que nunca faltará, como tampoco faltará la persecución, el insulto y la burla de los beneficiarios, la injuria de los soberbios que aspiraban a imponer un orden nuevo sin Dios que siempre resulta contra el hombre. Pero es preferible ser perseguido por la fe que serlo por delincuente o por guerrillero urbano de los que esconden su cara para destruir, incendiar o apedrear a la policía. Un verdadero ciudadano cristiano, Francisco de Asís, pedía a Dios llevar amor donde hubiera odio, perdón donde hubiera ofensa, unión donde hubiera discordia, etc. y arrastró tras de sí a muchos que sembraron de paz y concordia las personas, las familias y las ciudades. Que con las ideas de Francisco no se arregla el mundo podrá parecer lógico, pero la lógica es un invento humano, mientras que el amor al prójimo y el perdón son inventos y dones divinos, al alcance de todos que se decidan a ser luz del mundo y sal de la tierra.

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