Opinión

La caridad es más que una palabra

La Cuaresma es un tiempo especial dentro de nuestra vida de fe, es una ocasión que se nos ofrece a los hijos e hijas de la Iglesia para renovar nuestro estilo de caminar. En este Año de la Fe es necesario que el dinamismo de esta etapa espiritual nos ayude a redescubrir que ese gran regalo que hemos recibido en el Bautismo se convierta en una auténtica adhesión personal a Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo.

El Papa nos recuerda que la fe es conocer la verdad y adherirse a ella; y la caridad es “caminar” en la verdad; porque a través de la fe se entra en el horizonte de la amistad con el Señor y, con la caridad, se vive y realiza esa amistad de una forma muy concreta y existencial, por ello, además de los diferentes ejercicios cuaresmales, que suponen una vida más sobria y mortificada, de mayor austeridad y sacrificio, logramos una mayor calidad en nuestra vida orante y, como consecuencia de esa superabundancia de nuestra vida interior, brotará con fuerza nuestro afán evangelizador, porque el amor de Cristo nos apremia. Este es el motivo por el cual el Papa afirma que la mayor obra de caridad es la evangelización.

Al inicio de esta Cuaresma nos sorprendió el anuncio de la renuncia del Santo Padre, Benedicto XVI. Este hecho hace que durante este tiempo extraordinario debamos intensificar nuestra vida de oración, abonada por los pequeños sacrificios de la vida cotidiana, que son una expresión de la oración de los sentidos, de tal forma que así pidamos a nuestro Buen Dios que ilumine con la fuerza de sus Espíritu al Colegio Cardenalicio y elijan pronto a un nuevo Vicario de Cristo para que guie la barca de Pedro. Si en cada Cuaresma la Iglesia, como Madre y Maestra, nos pide un salto de calidad en nuestro camino cristiano, este año nos pide una mayor generosidad para que podamos contribuir al proceso de la nueva evangelización en la que estamos inmersos.

Solo si descubrimos que anunciar a nuestros contemporáneos el mensaje del amor de Cristo es la clave de toda evangelización, solo así sabremos comprender el auténtico sentido y la importancia que tienen nuestros ejercicios cuaresmales. En un mundo consumista y transido todo el por un fuerte hedonismo, se nos invita a cuidar las prácticas de siempre: oración, ayuno y limosna. Sabemos que con ellas se fortalece nuestra fe en Jesucristo y esa fe, impulsada por el amor de Dios, se concretará en obras de amor, porque la fe sin obras está muerta; una de esas obras, quizás hoy más laboriosa que antes, es anunciar a todos los que habitan en nuestro entorno la Buena Nueva de Jesucristo.

Que en esta Cuaresma del Año de la Fe nos esforcemos por ser más coherentes en nuestra vida para que todos crean y su fe sea más viva y apostólica.

Os bendice con afecto, y se encomienda a vuestras oraciones.


(*) Resumen del mensaje enviado por el obispo a los fieles de la Diócesis con motivo de la Cuaresma

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