Opinión

Cuenta lo que has visto y oído

El día 24 de octubre se celebra el Domingo Mundial de las Misiones, Domund. Este año, para los que vivimos nuestra fe en la Iglesia que peregrina por las tierras ourensanas, esta jornada la queremos celebrar en clave sinodal.

Sé que esta es una palabra que está de moda y podemos gastarla con su utilización excesiva o con su mal uso, sin embargo, para nosotros es imprescindible, porque es reciente la última sesión de nuestra Asamblea Sinodal y el comienzo de la etapa diocesana del Sínodo de los Obispos 2023. El lema de esta jornada del Domund nos ayuda a dar gracias a Dios por lo que hemos visto y oído durante esta larga temporada en la que aprendimos a caminar juntos, a caminar unidos. Desde el primer momento fuimos conscientes de que en este proceso sinodal sentimos la presencia de nuestros misioneros. Desde allende las fronteras de esta Iglesia diocesana nuestros misioneros –ellas y ellos- también caminaron junto a nosotros porque saben, quizás mejor que nadie, que son Iglesia y que su diocesaneidad ha sido siempre un timbre de honor para ellos, al igual que lo es para nosotros.

Os invito a que en el Domund de este año, después de la dolorosa experiencia de la pandemia del año pasado, y que todavía no nos ha abandonado del todo, lo aprovechemos bien para acercar mejor el mundo de las misiones y la vida de nuestros misioneros a todos los fieles, en especial a los niños y a los jóvenes. También debemos hacer llegar a los que se han alejado de la Iglesia y a los indiferentes, y a los que no viven nuestra experiencia de fe, que nuestros misioneros son el rostro más valiente de la Iglesia que está siempre en la vanguardia de cualquier tarea apostólica y llevando a cabo procesos de socialización positiva. No podemos consentir que tantos de nuestros conciudadanos se queden tan solo con esa otra cara de la Iglesia que nos repugna a todos y genera rechazo. Contemos a todos lo que hemos visto y oído al contemplar la vida y las hazañas de los misioneros porque en sus rostros vemos siempre a ese Jesús que se entrega sin esperar nada a cambio y los gestos silenciosos de su entrega son más elocuentes que cualquier sermón, por hermoso que éste sea.

El lema del Sínodo de 2023, después de subrayar la importancia de la comunión y de la partición, nos invita a no olvidar que toda experiencia sinodal, se viva aquí o fuera de nuestras fronteras, necesariamente, debe concretarse en la misión. El mensaje de comunión, al que nos llama una Iglesia Sinodal, si no se concreta en una misión, podemos decir que sólo es apariencia de sinodalidad. Si queremos tomar el pulso o la temperatura de nuestra vida eclesial para saber si estamos viviendo una auténtica experiencia de sinodalidad, la mejor de las maneras que tenemos es comprobar si vivimos, con generosidad, nuestro compromiso misionero ayudando a tantos hombres y mujeres que por causa del Evangelio de Jesús llenan el mundo entero de la alegría del Resucitado. Y ese también es uno de los rostros que muestra la Iglesia de hoy y de siempre.

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