Opinión

La inmaculada y el Seminario

Aunque el dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado el 8 de diciembre de 1854, sin embargo, la devoción mariana hunde sus raíces en los mismos orígenes históricos de nuestra Diócesis de Ourense. Aunque no tenemos documentos que lo avalen, sí sabemos que desde al principio de la evangelización de las gentes y de los pueblos de nuestra geografía se construyó en la ciudad de Ourense un templo consagrado a Santa María Madre, uno de los primeros a ella dedicados en el Noroeste peninsular. A mediados del siglo VI pasó a tener como titular a san Martín de Tours; sin embargo la referencia mariana no se eclipsó ¡todo lo contrario!.

La fiesta de la Inmaculada ya era celebrada en el siglo VIII en Oriente y en muchas localidades del Occidente. En España, ya en el XI Concilio de Toledo, el rey visigodo Wamba se denomina a sí mismo: Defensor de la Purísima Concepción de María. Y esto ocurría ya en el año 675. Posteriormente, a partir del año 1330 ya surgen las primeras cofradías dedicadas a la Inmaculada. La Orden Franciscana fue la abanderada en la propagación de esta devoción. A partir del siglo XVII corporaciones municipales de muchas ciudades españolas y los cabildos catedralicios se comprometieron a defender la doctrina de la Inmaculada; es decir, que la Virgen María fue concebida libre de mancha original. En la catedral de Ourense, ya en 1658 el Cabildo encargó a Mateo de Prado una talla de la Inmaculada que fue sustituida por otra de mayores dimensiones en el siglo XVIII y que pueden contemplar y venerar los fieles en el centro de la girola de nuestra catedral.

Este año, la fiesta de la patrona de España, la celebraremos con toda la solemnidad posible aunque con la presencia limitada de fieles a causa de la pandemia. Los obispos españoles, debido a las circunstancias las difíciles que estamos viviendo, hemos decidido que se realizase en este día la Jornada del Seminario. En nuestra Diócesis esta realidad ha estado siempre muy metida en las entrañas de nuestro pueblo. Hoy es una realidad que está constituida por el Seminario Mayor “Divino Maestro”, el Seminario Diocesano Misionero “Redemptoris Mater”, en donde se preparan para el ministerio sacerdotal 18 seminaristas. Además, se encuentra en Seminario Menor de “A Inmaculada” en donde 85 adolescentes a través de actividades académicas, espirituales, culturales, deportivas y comunitarias puedan encontrar ese “microclima” adecuado en el que vayan progresando en el conocimiento de la persona y la vida de Jesucristo, de tal modo que conforme a su edad adquieran esa libertad interior que les capacite para acoger el designio de Dios sobre su vida. Este año han paso tres alumnos del Seminario Menor al Mayor, ha sido y sigue siendo un momento de gracia que debemos acompañar todos con nuestra oración.

En una sociedad como la nuestra, tan compleja y laicizada, los hijos e hijas de la Iglesia debemos acoger y acompañar el itinerario de estas instituciones que son imprescindibles para la vida diocesana. Es verdad que por diversas circunstancias que no es ahora el caso de subrayar, la Jornada del Seminario y su campaña de sensibilización al pueblo de Dios ha decaído mucho. Creo que necesitamos recobrar la esperanza y la ilusión. Sé que no son instituciones perfectas, pero también reconozco que se les exige mucho y, a veces, se pretende que nuestros Seminarios den una serie de respuestas que en el mundo en el que nos encontramos y con los ciudadanos con los que vivimos no es fácil contentar a todos. En la vida de las comunidades cristianas, en especial las parroquias, tenemos que hacer un esfuerzo por recuperar la pastoral vocacional y procurar que los niños y jóvenes sepan que existe esa institución que la Iglesia Diocesana ha establecido pensando en ellos y en su formación. Por otra parte, sería bueno que se recuperase aquel entusiasmo que, no hace mucho tiempo, vivían los fieles y se manifestaba en su colaboración generosa con la Obra de las Vocaciones y con la ayuda económica a los Seminarios, al Instituto Teológico “Divino Maestro” con su claustro de profesores y con la Biblioteca de este centro que es y sigue siendo el ente bibliotecario más importante de toda la Diócesis. Que la Madre Inmaculada nos ayude en esta tarea de mantener vivo el Seminario que fue timbre de gloria para esta Diócesis y debe seguir siéndolo para llevar a cabo esta nueva etapa evangelizadora de nuestras gentes y de nuestro pueblos. 

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