Opinión

"Por muchos..."."Por moitos..."

A partir de la tarde del sábado, día 4 de marzo, en la celebración de la Misa, en todas las comunidades de nuestro país, se comenzará a utilizar la nueva edición del Misal. Para el que no esté al tanto de todos estas cosas, el Misal es el libro que utilizan los sacerdotes para celebrar la Eucaristía.  A pesar de lo que piensan y dicen algunos, no es un nuevo Misal, sino que es una nueva edición en castellano del mismo Misal,  que en su día fue mandado promulgar por el beato Pablo VI, como uno de los frutos del concilio Vaticano II.  Esta ocasión fue  aprovechada por los obispos españoles para presentar un libro, un poco más grande y mejor encuadernado que el actual. 

El uso de este Misal es obligatorio para todos los sacerdotes. Esta será una ocasión para vivir de una manera más profunda nuestra comunión eclesial. En la obediencia y en el cumplimiento de esta normativa se demostrará, una vez más, nuestra unión con los obispos y, a través de ellos, con el papa y con toda la Iglesia Universal. 

Este Misal, además de una serie de particularidades que lo enriquecen, encierra en sí una pequeña novedad que la mayor parte de los fieles percibirán de forma inmediata. A partir de esa fecha, cuando el sacerdote pronuncie las palabras de la consagración del vino, en lugar de decir: “Por vosotros y por todos los hombres”, diremos: “Por vosotros y por muchos”. En la liturgia en galego, en lugar de “Por vos e por todo los homes”, se dirá, a partir de ahora: “Por vos e por moitos”.

Sé que este cambio ha suscitado mucha polémica pero ya no es el momento de enzarzarnos en estas disquisiciones. A la hora de opinar y mantener nuestras interpretaciones podemos entrar en un sinfín de matices. Sin embargo, las celebraciones litúrgicas, en especial, la de la Santa Misa, no es una cuestión de gustos o de interpretaciones, y mucho menos de utilizarla para plasmar en ella nuestras originalidades; la reglamentación de la liturgia es una tarea que le compete a la Santa Sede y sólo ella es competente para llevar a cabo cualquier cambio. Lo recuerda el Concilio Vaticano II, que nadie, aunque sea sacerdote, añada o quite nada por propio criterio en la celebración de la Eucaristía (Cfr. Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, n. 22. 3). En la medida de nuestras posibilidades, a través de la revista diocesana Comunidade os iremos entregando algunas sugerencias y nuevas informaciones. 

Recomiendo, vivamente, a todo el Pueblo de Dios que se siente parte viva de la Iglesia Católica y peregrina por estas tierras ourensanas, que sea responsable de lo que la Iglesia nos pide a través de nuestros obispos y conviene que nos ayudemos los unos a los otros para que las recomendaciones que nos ofrece esta nueva edición del Misal, no solo se cumplan, sino que se vivan en toda nuestra Iglesia particular. Ruego de manera especial a los presbíteros que sean los primeros en llevar a cabo este deseo de la Iglesia y así se manifiesten como testigos auténticos de comunión con la Iglesia ante los fieles laicos. Toda arbitrariedad en la forma de celebrar la Eucaristía puede ser ocasión de desconcierto y de falta de unión, por eso os ruego a todos la mayor fidelidad en esta nueva recepción del Misal. 

Con todo afecto me encomiendo a vuestras oraciones y os bendigo.

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