Opinión

Un ourensano, nuevo Arzobispo Compostelano

El ourensano Francisco José Prieto, nuevo arzobispo.
photo_camera El ourensano Francisco José Prieto, nuevo arzobispo.

Con una inmensa alegría recibíamos, en el mediodía de ayer, día 1 de abril, el nombramiento de Francisco José Prieto Fernández  como nuevo arzobispo de Santiago de Compostela. Días atrás, en una iglesia de Santa Eufemia del Centro, abarrotada de fieles, pronunció el Pregón de Semana Santa; como siempre, sus palabras fluidas, tanto en gallego como en castellano, nos fascinaron con la belleza de su expresión. Alguno, por nuestro ministerio, sabíamos ya desde hace un mes que ese nombramiento se iba a realizar en este día, por eso nos apuramos a invitarle para que diese ese pregón con el que se inaugura la Semana Santa en nuestra ciudad, en este año 2023, acontecimiento que quedará inscrito en los anales de la misma.

D. Paco, como muchos le llaman por esta tierra, nació en Ourense el 18 de agosto de 1968. Cursó estudios eclesiásticos en el Instituto Teológico “Divino Maestro” de Ourense y  fue ordenado sacerdote el 26 de junio de 1993. Se formó en centros universitarios de Ourense, Navarra Salamanca y Roma. Licenciado en Teología Patrística en la Pontificia Universidad Gregoriana, se doctoró más tarde en Teología Bíblica, en la Pontifica Universidad de Salamanca.

Francisco José Prieto Fernández no es un eclesiástico al que se le hayan subido los títulos a la cabeza ¡todo lo contrario! Estuvo siempre a disposición de su obispo y los primeros destinos que se le encomendaron fueron pequeñas parroquias, rurales y distantes de la capital. Ya entonces con pocos fieles. Después de ejercer como vicario parroquial en Santa Teresita, en el barrio ourensano del Veintiuno, en donde estuvo un curso (1994-1995), le nombraron formador del Seminario Menor (1995-1996); al año siguiente, Mons. Dieguez Reboredo (1987-1996), no encontrando a otro sacerdote disponible en aquel momento, le encomienda la administración parroquial de Chaguazoso, Manzalvos, Cádavos y Castromil (1996-1997), en la frontera con la Diócesis de Astorga; un año después, ya en Ourense, tiene que atender la Purísima de Vilar de Astrés (1997-2001); a partir de 2004 será el capellán de la Madres Clarisas Reparadoras del monasterio de San José de Vilar de Astrés, aquí permanecerá hasta su nombramiento episcopal. A aquella comunidad monástica no sólo las atenderá culturalmente, sino que se preocupará de acompañarlas en su proceso formativo y, además, será fundamental su asesoramiento en el diseño y construcción de la iglesia monástica, que me cupo la suerte de bendecirla y consagrar su altar en el año 2019. Además, se le pidió que atendiese las parroquias de Carballeda (O Reino), Torrezuela, Corna y Coiras (2008-2009); a partir de 2009 ejercerá como vicario parroquial de San Pío X (2009-2021) en el barrio de Mariñamansa.

A los pocos meses de llegar a esta Diócesis, en febrero de 2012, me vi en la necesidad de renovar el equipo de vicarios episcopales porque me manifestaron que estaban cansados y me pedían su sustitución porque llevaban muchos años en ese servicio. Al no conocer todavía al clero de la Diócesis, decidí realizar un sondeo pidiéndole a todo el Presbiterio Diocesano que me enviase nombres de sacerdotes para ocupar las vicarías. Pude comprobar que D. Francisco José era propuesto por un buen número de sacerdotes e, inmediatamente, detecté que era muy querido por sus compañeros. Yo no había tenido trato con D. Paco, sabía que era un buen docente y un sacerdote muy activo pastoralmente. En aquel momento compaginaba la tarea pastoral con el ejercicio de la docencia en el Instituto Teológico “Divino Maestro” de Ourense, como profesor de Patrología, Orígenes del Cristianismo, Metodología del trabajo Científico, Cristología y de Mariología. Además de todo esto, era el Director del Centro de Ciencias Religiosas San Martín, que funcionaba en unos pisos de la Avda. de la Habana y era imprescindible buscarle otra ubicación. Este fue el motivo de mi primera aproximación con D. Paco. También era profesor invitado en el Instituto Teológico Compostelano  y colaboraba en la Formación Permanente del Clero de la diócesis de Ourense, desde el año 1995 hasta su nombramiento episcopal. Era miembro de la Asociación Bíblica Española (desde 2002) y de la Comisión Teológica Asesora de la Conferencia Episcopal Española (desde 2013), llevaba, además, la secretaría del consejo de redacción de la revista Auriensia, publicación del Instituto Teológico “Divino Maestro” (desde 1998).

Después de pensarlo y meditarlo mucho creé una Vicaría para la Nueva Evangelización, ya que estábamos metidos en este proceso de la “nueva tarea evangelizadora en la Iglesia”, y me pareció la manera adecuada para responder a esta necesidad, evidentemente, la persona cuyo perfil respondía a esta nueva Vicaría era D. Francisco José Prieto. Hemos trabajado juntos desde el año 2012 hasta 2021. Han sido años muy intensos en donde hemos vivido juntos una experiencia, no sólo eclesial, sino fraternal y de amistad que ha marcado nuestras vida. Recuerdo, con el corazón agradecido, la implicación que tanto él como los demás vicarios tuvieron en los momentos críticos del confinamiento a causa del covid. A pesar de las restricciones, él subía todos los días a primera hora, para celebrar la Eucaristía a las clarisas de Vilar de Astrés y, después, bajaba al Obispado, en donde pasaba toda la mañana porque habíamos creado una oficina de emergencia, precisamente en su despacho, para atender a todos los sacerdotes y laicos que lo necesitasen; además, me ayudaron a elaborar diferentes notas que había que publicar, y pequeños videos en los que el Obispo se dirigía a los diocesanos; y no sólo eso, sino que también colaboró conmigo para dar respuesta a una serie de subsidios que, como presidente de la Comisión Episcopal para la Liturgia, tenía que revisar y elaborar en aquellos momentos.

D. Francisco José es un magnífico compañero, un buen sacerdote, muy trabajador y con iniciativas creativas, es ese amigo que en silencio, pero con obras elocuentes me ayudaba siempre, tanto a mí como a los vicarios y a los delegados episcopales. Con gozo, aunque con una “pena” por su “pérdida” recibimos su nombramiento de Obispo titular de Vergi y auxiliar de Santiago de Compostela. Aparentemente era una “pérdida” para nosotros, pero se convertía en ganancia ya que su servicio permanecía muy activo y presente desde la capital de Galicia.

Cuando el pasado miércoles, día 29, al concluir su magnífico Pregón de Semana Santa, en la iglesia de Santa Eufemia, al darle las gracias a él y a los que habían organizado y participado en aquel evento, manifesté el cariño de Ourense y de sus gentes por Mons. Prieto Fernández. En aquel momento, manifesté en público que todos los presentes y muchos más estábamos pidiendo al Espíritu Santo que en él aconteciese lo que tuvo lugar hacía poco más de setenta años, fecha en la que otro ourensano, de las tierras de Maceda, había sido nombrado cardenal-arzobispo de Santiago de Compostela, me estaba refiriendo, claro está al cardenal D. Fernando Quiroga Palacio.

Damos gracias a Dios por la vida, el espíritu de servicio y la disponibilidad de Mons. Prieto Fernández, soy conocedor que desde la zona de Ferrolterra –donde yo nací– hasta la península do Morrazo, que son los límites extremos del Arzobispado Compostelano, casi todas las parroquias fueron recorridas por D. Francisco José. Sé de sus visitas y encuentros con los sacerdotes, la preocupación por la vida consagrada, el impulso a una programación pastoral diocesana que acogiese las distintas zonas del vasto Arzobispado, y otras muchas acciones que han brotado de su gran dinamismo y de su creatividad pastoral. Doy gracias al Santo Padre Francisco porque, acogiendo los deseos de muchas personas que le pedimos un arzobispo gallego para la sede Compostelana, cabeza eclesiástica de la Iglesia en Galicia, nos ha escuchado y ha elegido a este ourensano, de 54 años, joven, trabajador, buen pastor, abierto siempre al diálogo, de talante sinodal que hemos podido comprobar en los trabajos de nuestro Sínodo Diocesano de Ourense. Un obispo que en poco tiempo se ha sabido ganar el corazón de muchos hijos e hijas de la querida Archidiócesis Compostelana, iglesia en la que he nacido y he vivido 35 años de mi vida sacerdotal, y a la que desde estas tierra cálidas y acogedoras de Ourense, que he aprendido a querer con facilidad, felicito con toda mi alma. Se bien que el ministerio episcopal de Mons. Prieto Fernández, ahora como Arzobispo Compostelano, metropolitano de Galicia, adquiere un especial significado, también para la Iglesia en Ourense. Rogamos por él, pues es nuestra obligación, y damos gracias al Señor porque un hijo de estas tierras ourensanas es, desde hoy, la cabeza visible de la Iglesia en Galicia. No son momentos fáciles, sin embargo, creo que el Buen Dios nos ha bendecido con el pastor más oportuno y adecuado para responder muy bien a las necesidades de nuestro pueblo y de sus gentes.

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