Opinión

¡Un Papa Latinoamericano!

Qué sorpresa! Una vez más los cálculos se han esfumado. Días atrás otros eran los nombres que sonaban. Entre ellos no he visto que apareciese en nombre del cardenal Bergoglio, cardenal-arzobispo de Buenos Aires. El obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal es argentino. No salimos de nuestra sorpresa. Su persona, su figura ¡su nombre! El primer papa de la Iglesia Católica que se llamará Francisco I. Este nombre es ya un signo de la impronta que le va a dar a su pontificado.

La elección del nuevo papa, aunque esperada, me llenó de emoción. Y mucho más cuando sentí su nombre. Me dio un vuelco el corazón. Por primera vez en la historia del papado un pontífice del continente americano ¡un papa latinoamericano! ¿qué es lo que está detrás de esta elección de este papa? ¿cuáles son las claves que motivaron a los cardenales electores para esta designación? ¡no lo sabemos! Tengo la certeza de que es el papa que la Iglesia necesita en este momento de la historia en la que estamos celebrando el quincuagésimo aniversario del comienzo del Vaticano II, y el vigésimo del Catecismo de la Iglesia Católica.

Los retos con los que se encuentra son muchos. Pero bien es cierto que Francisco I es un pastor que conoce la realidad de la Iglesia, no sólo de su país, sino que tiene un conocimiento general de la situación de la Iglesia Universal. Un hombre de Dios con una personalidad sencilla y sobria, algunos pudieran catalogarlo como un “hombre gris”, pero se equivocarían. Este pastor posee una profunda vida espiritual –como buen hijo de Ignacio de Loyola-, una buena formación científico-técnica, experto en teología, defensor de la familia, preocupado por la nueva evangelización, por la educación en la fe de los niños y jóvenes, profundo conocedor de la vida religiosa, cercano a los sacerdotes y a sus problemas. El perfil de este papa es el adecuado para estos momentos en los que la Iglesia se encuentra inmersa en el proceso de la nueva evangelización.

Al asomarse a la loggia de San Pedro le hemos podido contemplar como un hombre tímido, serio, algunos de los que le conocen llegaron a decir de él que es más monje que obispo. Tiene la costumbre de levantarse a las 4.30 de la mañana para dedicarse a la oración personal y litúrgica. Lee los periódicos del día, contesta personalmente la correspondencia y se esfuerza por responder los mensajes que le dejan en el contestador. Improvisa sus homilías siendo muy intuitivo y se hace una buena composición del ambiente que le escucha. A pesar de su seriedad es cercano y escucha con prudencia. Es un hombre resolutivo que será eficaz al frente de la Curia vaticana, haciendo más trasparente algunas de las últimas gestiones que hicieron sufrir a Benedicto XVI.

Sus primeras palabras fueron para pedir a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro y en las adyacentes que rezasen por Benedicto XVI. Poco después, solicitó una oración por él, como nuevo Obispo de Roma, se inclinó profundamente, y la multitud hizo un profundo y emocionante silencio, era un signo del Espíritu en su Iglesia. Se hizo clara la certeza de que estábamos en buenas manos.

Las preguntas que me han hecho los periodistas en la rueda de prensa acerca de las líneas de actuación pastoral del nuevo papa son incontestables, si lo hiciera tentaría al Espíritu; sin embargo, del perfil de su persona que he trazado se pueden desprender una serie de líneas de acción: nueva evangelización en un mundo secularizado y relativista; preocupación para la vida y ministerio de los sacerdotes y de la vida religiosa; defensa de la familia y diálogo con las religiones.

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