Opinión

El futuro que no queremos

Estamos en un momento donde está en juego el futuro de los ciudadanos que vivimos en este país, y lo que me sorprende es que todo lo que nos pasa y puede pasarnos fue descrito en un libro publicado en 1949, cuando se iniciaba la guerra fría, a cuyas puertas es posible que nos encontremos de nuevo (Rusia acaba de probar un misil que puede alcanzar EEUU, y Obama responde pidiendo más sanciones), puede leerse: "Nada cambiaría mientras el poder siguiera en manos de una minoría privilegiada". La frase se explica por sí sola, lo mismo que: "El poder no es un medio; es un fin en sí mismo". Después de años con esa filosofía, ahora asistimos al nacimiento de partidos a nivel provincial o nacional aparentemente con una ideología que es la que el ciudadano está diciendo, casi gritando, en la calle.

No surgieron repentinamente, hace años que se vienen preparando e incrementando su fuerza en los últimos meses. Consideran que ha llegado el momento para alcanzar el poder, el mensaje preparando el camino lo resume el autor en estas frases: "La guerra es la paz”, “la libertad es la esclavitud”, “la ignorancia es la fuerza". Si retornamos a los años 50 veremos que esa idea era trasmitida porque "no se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace una revolución para establecer una dictadura", que posiblemente sirvió para esconder "si quieres imaginarte cómo será el futuro, figúrate una bota aplastando un rostro humano... incesantemente". No olvidemos que por esas fechas se descubrió que 10 millones de personas murieron en los campos de concentración y 100 millones en las estepas siberianas.

Aprendieron, y ahora, ya lo dije, utilizan lo que la gente quiere y dice o grita en la calle. Por ello hablan de programas para la mayoría social, sin que queden fuera las minorías, con salarios básicos (ya se ofertó hace años y se implantó) que le permitirán ir tirando, ya que "si la masa empezaba a reflexionar se daría cuenta de que nunca podría imponerse a los demás y acabaría sublevándose", o como le dicen al protagonista: "Vamos a ver, Winston, ¿cómo afirma un hombre su poder sobre otro?. Haciéndole sufrir. Si no sufre, ¿cómo vas a estar seguro de que obedece tu voluntad y no la suya propia?".

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