Releyendo al gran Stendhal, que me hizo pasar unos buenos momentos con sus libros, en especial el titulado “Rojo y negro”, me encontré con su “Diario de un turista”, que escribió tras su viaje a Barcelona: “Los catalanes quieren leyes justas, a excepción de la ley de aduana, que debe ser hecha a medida. Quieren que cada español que necesite algodón pague cuatro francos la vara, por el hecho de que Cataluña está en el mundo. El español de Granada, de Málaga, de La Coruña no puede comprar paños de algodón ingleses, que son excelentes, y que cuestan un franco la vara”.
Desde el inicio, Galicia fue una región rica y a la que llegaron por ello celtas, fenicios, israelitas y por supuesto romanos que supieron aprovechar sus minerales, oro principalmente, degustar su vino godello, sus ricas carnes, pescados y mariscos, y andando el tiempo se fue industrializando, especialmente en pesca y en lo textil del lino. En 1787 Galicia era de las más pobladas, con 1,3 millones de habitantes, cuando Cataluña solo era habitada por 802.000 personas. Hoy tienen 4,8 millones de habitantes más. Durante esa época, muchos eruditos presentaban a Galicia como ejemplo de la sociedad mejor articulada económicamente de España.
La llegada del algodón y la industrialización textil a Cataluña, con las ayudas recibidas por los Borbones y todos los regímenes hasta el día de hoy, hizo que los gallegos tuvieran que emigrar, con magnitudes que según los últimos cálculos conocidos desde el siglo XVIII hasta 1970 alcanzan más de 1,5 millones de personas, que tuvieron que hacerlo para escapar de la miseria. Hombres y mujeres que trabajaron muy duro, enviaron dinero a Galicia e incluso montaron negocios y con buenos resultados. Vuelvo a rendir homenaje a las mujeres que quedaron aquí cuidando los hijos, las tierras, el ganado y con mucho esfuerzo lograron salir adelante, mujeres a las que todos les debemos un gran homenaje.
Galicia, tras muchos retornos, volvió por el camino de la industria agrícola, marítima (llegó a ser en los años 1960-70 la tercera flota pesquera del mundo), astilleros, energía hidráulica, vinícola, incluso bancos. Hoy desgraciadamente las ayudas continuaron por el mismo camino, y con el ingreso en la UE todo despareció en manos de los de siempre.