Opinión

Luchemos por la libertad

Quiero empezar por decir someramente lo que entiendo por libertad. Para ello me remonto a las leyes naturales, en donde no existe ninguna restricción y nos hace libres a todos para que, conscientemente, podamos pensar y hacer cosas por propia voluntad sin limitar la libertad de los otros. Con el tiempo surgieron leyes para evitar el abuso de esa libertad y poder convivir todos pacíficamente, ley que al nacer el estado hizo que surgiese la llamada “ley de leyes” o constitución. Libertad que en ningún caso se puede eliminar ni limitar. Pido disculpas a los juristas, pues estoy convencido de que algo me he olvidado y quizás también no he dicho correctamente todo.

Se está hablando mucho de que en Occidente tenemos más libertad que nunca, e incluyo por supuesto a España. Las noticias que se pueden leer, oír en radio y televisión nos indican en ciertos casos que hay una merma de la libertad para algunos y una manga ancha para otros, que llegan quizás a traspasar la línea de las leyes que nos hemos dado. Al ser lego puedo estar equivocado y ser una apreciación, pero veo que se ponen etiquetas dependiendo de cómo se piense o se exprese la persona, e incluso se cambia si hacen lo que quieren los que lo etiquetaron. Más: se llega a cambiar las leyes, Constitución incluida, cuando le viene bien al “poder”, sea del signo que sea. En pocas palabras, sólo unos pocos pueden traspasar ciertos límites de lo que se entiende por “políticamente correcto”.

Quizás deberíamos recordar algo que procuro practicar: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”, que repite bastantes veces la escritora británica Evelyn Beatrice Hall, autora de la biografía titulada “Los amigos de Voltaire” (The Friends of Voltaire) publicada en 1906. La escribió intentando resumir el pensamiento del gran filósofo francés.

Nos deberíamos marcar como objetivo el que en todo Occidente existiese libertad sin ninguna cortapisa y luchar con la palabra y nuestras actitudes por ello. No olvidemos a los miles de millones de personas que viven sin libertad. No llegan las ONG, tienen que ser los poderosos, la élite con los gobiernos occidentales los que intervengan para que puedan gozar de la amada libertad.

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