Opinión

No dicen la verdad

No se puede dudar de que la UE sigue implantado la Agenda 30-50 sin que le preocupe lo que los ciudadanos están pasando, ni tan siquiera que ha perdido influencia en el mundo. Desde Bruselas ha dicho, a todos los países, que deben continuar con la acordado en la mencionada Agenda, y que pueden ser multados o no recibir las ayudas en la transición ecológica prevista.

Quizás porque muchos científicos, entre los que se encuentran los de la NASA, o quizás lo mismo que dijeron los vecinos de la Sierra de la Culebra cuando ardió este verano, lo han oído en otros países, desde Bruselas tratan de evitar que se monten grandes “huertas solares” sin abandonar la implantación del sistema de obtención de energía por el Sol. Para ello, por lo que podría ser “arte de magia”, deciden que las generadoras de energía de menos de 50 kW no necesitarán control de impacto medio ambiental, supongo que con el estímulo de seguir ayudando al medioambiente. Quizás lo que se está intentando es lo que ha escrito Carlos Cuesta en Libre mercado: “Bruselas apuesta por las microplantas solares: las de menos de 50 kW, que pueden ocupar unos 500 m2. Y el incentivo es decisivo: no tendrán control de impacto medioambiental. Un curioso mecanismo de cuidar el medio ambiente. Seamos claros del todo, también añade que Bruselas, que ha dicho: “También se otorga a las centrales eléctricas renovables el estatus de interés público primordial con el objetivo de eliminar los cuellos de botella en los nuevos procedimientos de permisos”. 

Con ese espíritu tendremos unas ciudades llenas de paneles solares o microplantas en el rural, sin tener en cuenta que sí que producen impacto medioambiental. Nuestras ciudades se van a convertir en las nuevas “granjas solares”, variando entre otras muchas cosas el microclima de las mismas. Salen beneficiadas las “bombas de calor”, que funcionan según el primer principio de la termodinámica donde la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, añadiendo el calor generado por el compresor, ya que todo trabajo genera calor.

No dicen la verdad porque ya hemos pasado del calentamiento global al cambio climático, y machacando que el CO2 es el maligno, sabiendo que sin ese gas no podríamos vivir, ni comer los frutos de los árboles, ni disfrutar de los bosques.

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