Opinión

No todos somos iguales

Desde los albores de los tiempos siempre hubo señores y esclavos, aunque nunca tuvimos tantos como en el inicio de milenio, en el que hay 29,8 millones de esclavos prácticamente en la totalidad de la "rosa de los vientos". Los porcentajes más elevados en relación a la población están en África, principalmente en la franja subsahariana, con una media entre el 0,5% y el 0,75%, seguida de Asia, especialmente los países situados en el Océano Índico, con índices superiores al 1%.

Siendo gravísima la esclavitud del XXI, sufrimos otra desigualdad que presumiblemente sólo veo yo, es la del ciudadano normal, incluidos los funcionarios, en relación con los políticos electos. Entiendo que tengan que disfrutar de ciertos privilegios que faciliten la función para la que fueron elegidos; lo que ya es difícil de comprender es que para alcanzar “cuotas de poder” se busquen pactos o cedan electos de su lista a otros partidos que van en contra de su programa electoral y de lo que defendieron durante la campaña previa a las elecciones, razones por la que los ciudadanos les votaron. Ese cambio en una relación contractual entre personas normales le costaría posiblemente un juicio y quizás una condena, y en ellos se ve normal.

La situación tras las últimas elecciones es difícil, pero no tanto como que para gobernar se necesiten siete u ocho partidos. Al contrario, es el momento adecuado para que las Cortes sirvan para que se realice el cambio de la Constitución de 1978 que tanto se ha reclamado. Cambio que debe ir acompañado de una ley electoral donde el voto del ciudadano valga lo mismo en todas las circunscripciones, reforma del Título II de la Corona y del Título VIII de la organización territorial del Estado, que más de una vez se ha dicho que habría que cambiar. Eliminaría el aforamiento de los políticos y sin jueces especiales, la financiación de los partidos políticos y las fuerzas sociales, sin dejarnos llevar por ideas presentadas como panaceas que resuelven todo, aunque no aportan nada nuevo salvo la modificación de unas palabras por otras, continuando con los mismos problemas y recortes en derechos, incluidos los de la libertad. El cambio tiene que ser para que todos seamos más iguales.

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