Opinión

Seguimos sin conocer para qué sirven

Si algo nos han mostrado estas elecciones al Parlamento Europeo es que estamos muy lejos de que seamos un conjunto homogéneo de naciones, y no sólo por la poca credibilidad que le dan los propios políticos a la campaña que hemos vívido. Lo que probablemente buscaban PP y PSOE es conocer si los ciudadanos avalan su actuación o les piden rectificar. Eran bastante definitorias las declaraciones de Elena Valenciano: “Votemos contra la resignación” y por "el cambio en Europa", a la salida de su colegio electoral.

Repasando las listas electorales, salvó los primeros puestos de las de los grandes partidos, en los que esperan que el elegido ocupe un cargo importante, incluido el de comisario, el resto sirve para en cierto modo dar las gracias por los servicios prestados. Los otros partidos buscan el ser conocidos, qué peso tienen y el poder arañar algún escaño que les proporcioné la subvención necesaria para seguir en la lucha electoral interna. El ciudadano sigue tras las pocas explicaciones que escucharon en la campaña sin saber para qué sirven, ni cuál es la repercusión que tiene el Parlamento Europeo en su vida.

Ayuda a ello el que los propios partidos, con la confección de la listas, dan prioridad a las elecciones de ayuntamientos, autonomías, Senado y Congreso, especialmente está última, que es la que da el Gobierno que tiene en sus manos el BOE. Europa es otra cosa, y la mayoría del pueblo lo dijo cuando se le quiso imponer una Constitución que no compartía y no recogía sus peculiaridades. Ahora mismo se está dando cuenta de que tampoco tiene independencia suficiente para hacer frente a los sucesos de Ucrania, y las políticas "están dirigidas" para beneficio de algunos, mientras otros siguen perdiendo peso. En Galicia tenemos tres ejemplos: los astilleros, la leche y la pesca, en la que la flota gallega ocupaba el tercer puesto a nivel mundial a principios de los ochenta, sólo detrás de la rusa y coreana, hoy nos perdemos en el ranking.

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