Opinión

La sociedad del conocimiento

El concepto de conocimiento va mucho más allá de aquello que remite al documento o a lo explícito -conocimiento estructurado, transferible a través del lenguaje formal y sistemático-, porque incluye el saber tácito o no explícito; es decir, el conocimiento adquirido a través de la experiencia y que es difícil de verbalizar. El saber tácito está íntimamente ligado a la acción, las rutinas y los contextos específicos, es una fuente fundamental de innovación. En 1963 Karl Popper vio su importancia al indicar que existe siempre una necesidad del conocimiento para crecer y progresar, tanto si éste es tácito cómo explícito.

Esto nos conduce a considerar que el capital intelectual es la mayor fuerza que poseen las organizaciones modernas para crecer al crear, utilizar y transferir sus conocimientos, entendiendo como capital intelectual el conjunto de activos intangibles, basados en el conocimiento, lo que precisa de personal especializado que se dedique a recopilar, controlar, transmitirlo; son los que Nonada y Takeuchi -pioneros en la Gestión del Conocimiento- denominan Gestores del Conocimiento (Knowlegers Workers). La calidad de intermediarios les permite efectuar síntesis realistas y productivas de la visión general de procesos, la realidad operativa y las necesidades de la sociedad, de tal modo que ese conocimiento pueda llegar al lugar que se necesita, y en el momento preciso, consiguiendo que se difunda por toda la organización. Las empresas independientemente del tamaño, deben plantearse la necesidad de un Gestor del Conocimiento, con él se podrá acceder a la “Información” que relaciona la descripción, la definición o la perspectiva (qué, quién, cuándo, dónde), que conduce al “Conocimiento” e induce la estrategia, práctica, método o acercamiento (cómo), dando el paso definitivo a la “Sabiduría” que incluye el principio, la visión, la moral o el arquetipo (por qué); cuando eso suceda entramos en la ética y debemos preguntarnos si debería ser la última frontera para que principios universales como la razón y el conocimiento prevalezcan sobre determinadas acciones que comprenden fundamentalmente la vida humana y la defensa de la naturaleza.

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