Opinión

Toma de posiciones

En la COP21 (Conference of the Parties) de París se contempló que el consumo de energía crecería el 30% hasta el año 2040, con un incremento en todos los combustibles, en especial de los más modernos. Lo triste, y se puso de manifiesto en el COP22 de Marrakech, es que cientos de millones de persona seguirán sin acceso a la energía, quizás por eso el siguiente vuelve a Europa (Alemania) para continuar lo iniciado en París, ya que los occidentales pensamos en nosotros, por mucho que digamos en todos los foros lo contrario.

Como en meses anteriores, a todas estas reuniones aparecen estudios de todo tipo. Así, según lo publicado por World Energy Outlook en 2016, lo que más ha crecido es la producción de energías renovables. Nunca se mencionan los inconvenientes que tiene ese creciente consumo, al contrario, procuramos olvidarlos. 

La canciller alemana, Angela Merkel, anunció en el mes de septiembre de 2017, dos meses antes del COP23 de Bonn, la decisión del Gobierno de aumentar hasta 1.000 millones de euros el llamado Fondo de Movilidad, creado para combatir la contaminación que sufren las grandes ciudades alemanas a causa de los coches diésel. Además, pretende evitar la prohibición de circulación a los coches contaminantes, una medida que ya han aprobado tres jueces en Stuttgart, Munich y Düsseldorf.  Más que una alegría para la defensa de su industria, que también lo es, lo que se pretende es desviar la atención de la decisión tomada en la UE, e insinuada en el COP21 de París, de que el combustible mayoritario de Europa sea el gas natural en 2040-2050 (en esos gasoductos no importa que generen metano, y el dañino dióxido de nitrógeno).

 No sólo hay que leer lo que dijo un comisario de la UE, la red de gasoductos está ya construida o en construcción. En la misma línea va el estudio que dice: “Unas 300 muertes prematuras se evitarían cada año en España si todos los vehículos con motores diesel que circulan en el país se cambiaran por coches de gasolina”. 

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