Opinión

Hanoi Jane

JUEVES, 20 DE ENERO

Así sucedió. Estamos los cinco tertulianos en nuestro garito favorito. Hablamos de la vida y de estos jodidos tiempos. Siempre nos sentamos al fondo buscando la discreción.

Pero te cuento, entran dos chicas veinteañeras, se sientan cerca y no paran de cuchichear y mirarnos. Te juro que así fue. Se aproxima una de ellas, de larga melena, ojos muy vivos y ropa de marca. Ya me había dado cuenta que nos miraba como a bichos raros. Va y nos dice “Me llamo Elena. A usted le conozco por los periódicos y lo que escribe los domingos con sus seductoras ilustraciones. Caramba, así que esta es su famosa tertulia”. Y añade irónica “No veo ninguna mujer aquí, diría que son ustedes un poco machistas. Perdone, pero usted anda siempre además con eso de ‘chicas guapas’ y cosas así”. Quizás salió el macho que hay en mí, pero de inmediato me defendí “Mira Elena, hago lo que puedo. Mi generación creció con la cultura del patriarcado. Todos nosotros nos desvirgamos en casas de putas y cuando llegábamos con nuestras chicas al oscuro portal y tratábamos de besarlas, créeme que no era fácil, solíamos salir derrotados, carajo, se defendían numantinamente y, con frecuencia, regresábamos llenos de frustración. Crecimos haciéndonos los machitos pandilleros y mira tú que es difícil cambiar y aceptarnos vulnerables”.

Elena interviene enseguida “No me venga con monsergas ni con eso de los traumas que ya está bien. Estamos en 2022 y mire cómo las mesas de comisarías están llenas de denuncias de malos tratos. Pero seré sincera, claro que soy feminista, pero le confieso, también tengo mis problemas, ella es mi amor. Llevamos juntas dos años y todavía hoy si nos besamos en la calle,  nos miran como a dos extraviadas, sobre todo en esta ciudad tan cavernícola”. Interviene el profesor “Bueno, bueno, eso en las grandes ciudades ya está superado; a nosotros no sabes lo que nos cuesta estar a la altura, mira que éramos burros, estábamos convencidos de que erais el sexo débil. No hace tanto que descubrimos que el sexo débil somos nosotros, coitadiños”. Elena se ríe “Me parece que sois una cuadrilla con tintes muy machistas”. Interviene el profesor “Mira a tu alrededor, Elena, sobre todo nuestra generación está descolocada con vosotras. Todavía conocimos la ley de vagos y maleantes, se la aplicaban a los homosexuales que torturaban en los calabozos y violaban en las cárceles. Ser lesbiana entonces era un horror”.

Elena se sienta con nosotros. El psiquiatra reflexiona “Afirman los sociólogos y pensadores que los nacidos entre 1946 y 1965 somos boomer y que jamás entenderemos a las chicas de tu generación”. El psiquiatra se embala y continúa profesoral “Chica, no nos riñas, estamos muy cargados de nuestra educación, al fin crecimos analógicos y estas generaciones X, Y y Z ya habéis crecido digitales, la frontera es insalvable”. Elena, que escucha con mucha atención, saca de su bolso un libro, “Qué puedo hacer” de Jane Fonda. Lo pone sobre la mesa y dice “Es demoledor y lleno de alternativas, deberíais leerlo. Ella escribe sobre este conflicto generacional, afirma que es casi un crimen desautorizar a las generaciones anteriores por haber nacido mucho antes. Seguro visteis sus películas”. Intervengo yo “Claro que recuerdo ‘Barbarella’, ella fue nuestro mito erótico en los sesenta”. Enseguida salta Elena “Venga, hombre, escribe sobre ella, leedla, entenderíais mejor estas cosas. Mirad, tiene ochenta y tres años y es una activista a favor del feminismo y del cambio climático. Quizás no sepáis de su reciente manifestación ante el Capitolio, donde fue arrestada y dio con sus huesos en un calabozo lleno de cucharas, dice ella”. Elena casi se emociona “Para mí es un gran ejemplo, allá a finales de los sesenta ya iba a todas las manifestaciones contra la guerra de Vietnam, los periódicos la llamaban Hanoi Jane. Cuenta que en una ocasión en que terminó esposada, en su celda estaba una chica negra aullando con un fuerte síndrome de abstinencia, llamaba y gritaba pero nadie le prestó atención”.

Hay un silencio. Yo me quiero hacer el enterado y le digo “Seguí mucho a su hermano Peter Fonda, un gran rebelde que protagonizó la película que estremeció a nuestra generación, ‘Easy Rider’. Te la recomiendo Elena, él y Dennis Hopper hacen un turbio negocio y parten en sus motocicletas a recorrer los Estados Unidos hasta llegar a Nueva Orleáns a celebrar el carnaval”. Me lanzo “En la autopista se van encontrando con personajes que reflejan el lado más oscuro de los Estados Unidos”. El profesor no se queda atrás, Elena escucha sorprendida “Qué mujer, como Ava Gardner que dijo enloquecer en los brazos de Dominguín, Jane tuvo también un largo romance con quien ella llamaba ‘Mi matador morreno”.

(Elena se levanta, me da una palmada y casi me ordena “Te reñiré si no escribes sobre esta gran mujer”. Recoge su libro que está sobre la mesa y me muestra esta frase subrayada “Hay que espabilar, todos me dicen cómo mejorar su vida, pero es desolador, pocos me preguntan cómo mejorar el mundo”.)

Alba Fernández.

Alba Fernández

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