Opinión

Jaimito

Te confieso.Voy al pueblo en que nací sólo para escuchar como los vecinos me dicen con sonrisa acogedora: ‘Hola, Jaimito’. La última vez fue un anciano apoyado en la pared, no le acosaba la sonrisa imbécil de la publicidad ni tenía en el rostro las marcas de la edad tecnológica.

Hola, Jaimito. Entonces vuelvo a ser el niño melancólico, soñador y un poco triste que corre por las enlodadas calles, allá a finales de los años 50.

Hola, Jaimito. Todavía no había llegado la electricidad a Arzádegos, ni los vecinos habían visto jamás un coche. Era natural que alguien anunciara que pronto moriría una persona en el pueblo: había visto su ‘seña’ en un prado, tal vez cavando su tumba.

Hola, Jaimito. Maldita sea, apenas me llaman así ahora y me entristezco. ¿Dónde está el campesino que iba encima del carro lleno de heno, feliz y sudoroso?, ¿la campesina con el pollino lleno de remolacha?, ¿el lisiado de la aldea que con su lenguaje casi ininteligible me decía la frase querida?

Mi abuelo, al frente del comercio: “Véteme por tabaco, Jaimito”. Mi tío cura, que inevitablemente me hacía la misma pregunta: “A ver Jaimito, ¿qué es el cosmos?”

De pronto, alguien me toca en el hombro y escucho las dos palabras como un hechizo. Es Chaparrón, creció conmigo y jugué con él en los veranos de la aldea. Nos reímos. Sus padres tenían alquilada una casa al ‘cabo de la Guardia Civil’, que se reunía con los guardias en la  Chaparrón permanecía escondido entre la paja, escuchaba las órdenes y se enteraba por dónde iba ir la ‘pa- reja’ en busca de contrabandistas.

(Escribía ayer Vicent que es estúpido sentir nostalgia, pero si recuperas el niño, te purificas. Estoy en la fiesta del pueblo. Camino entre la multitud con el deseo secreto de escuchar las dos palabras. Cuando las escucho, es como si dijeran una oración por mí.

De pronto creo alucinar, veo dos camiones viejos como el pecado. A su lado, dos atracciones de fiesta casi antediluvianas. Tomo una escopeta. Apunto a un muñeco. Justo cuando disparo, escucho: “Ven, Jaimito”. Es la voz de mi madre.)

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