Opinión

Media hora para el cielo

Cierto, conoció personalmente a algunos de los miembros de los Rolling Stones. Aquel lejano día de junio de 1977 ya accedió a los camerinos en el primer concierto de los Rolling en Barcelona.

Muchos años fue el hombre de confianza de Gay Mercader. Gay, ya sabes, ha sido el productor musical quizá más importante de Europa. Todos los grandes que actuaron en España los trajo él. Íntimo de Keith Richards con el que pasa largas temporadas en la costa. Y de Ronnie Wood, que tiene casa en la capital catalana, donde se dedica a pintar, su afición favorita. 

El otro día llamamos a Gay para comunicarle la muerte de Manolo Caramés. Qué disgusto se llevó. Muy conmovido nos dijo: “Era un gran amigo de total confianza y un buen profesional. Cómo te diría... era ‘de casa’. Trabajó en muchos conciertos conmigo y una de las últimas veces fue el 18 de julio del 98 en Vigo. Tuvo muchas responsabilidades en aquel espléndido concierto de los Rolling Stones en Galicia”. 

A primeros de los 80, Manolo decidió abandonar Barcelona y regresar. Se instaló en su ciudad, Ourense. Muchos recuerdan aquel aparatoso coche deportivo en que se movía a la búsqueda de conciertos. Eran buenos tiempos. Los 80 fueron una fiesta para el rock. Los ayuntamientos tenían las arcas llenas y contrataban con asiduidad a bandas de renombre. 

Manolo fue el más legal de todos los representantes musicales del Noroeste. Hubo muchos, pero ninguno con el estilo de nuestro hombre. Siempre tuvo ese aspecto descuidado de los que habitan en el Greenwich neoyorquino. Siempre cumplió. Ay, la mayoría de los representantes de aquella época explotaron al límite a los artistas. Era habitual, en el oscuro mundo de los representantes, formar una orquesta. Le pagaban a cada músico una pequeñez al mes, y los hacían ir de aquí para allá sin interrupción. Alguno hubo que los llevaba a las bodas y fiestas de los amigos. 

Cardoso, el mejor técnico de sonido de este rincón del mundo, trabajó con Manolo. “Era muy profesional, pero yo creo que fue un hombre con mala suerte. Algunos proyectos fallaron. Era un hombre de grandes ideas, más artista que representante. Trabajar con él fue gratificante”. 

Imaginativo, creó festivales en Galicia y Portugal. Por ejemplo, el Festival de Blues que se celebra estos días en la ciudad fue idea suya. Nunca quiso trabajar con artistas mediocres. Los últimos años residió y trabajó en Vigo. Cuando enfermó se retiró a su aldea. Cuando le visitaba se despedía con la cita de Séneca: “Soporta y renuncia”. 

(Se ha escrito mucho sobre aquel mítico concierto en que Los Suaves telonearon a los Ramones, el 13 de noviembre de 1981. Estos días se cumplen 36 años desde aquel primer día de gloria. Pero no hay que olvidar que fue Manolo Caramés uno de sus descubridores. Y quien alquiló aquel furgón de mudanzas destartalado para llevar a Los Suaves a Coruña. Solía contar sonriente: “Cuando llegamos, bajaban de dos gigantescos tráiler todos los equipos del grupo neoyorquino. Abrimos los ojos incrédulos y nos dio un poco de vergüenza que nos vieran en aquel desvencijado vehículo. Nos escabullimos por allí hasta que acabaron”. 

Manolo fue su primer manager. Cuenta Charly :“Aquel 13 de noviembre, antes de saltar rabiosos al escenario, Caramés nos dijo ‘Estoy viendo el futuro, chicos. Tenéis 30 minutos para alcanzar el cielo”.)

Te puede interesar