Opinión

¿Quieres ser mi amo?

Algunos piensan que Yosi es un gran roquero pero poco culto. No es así. En su casa tiene una de las mejores bibliotecas que haya visto
photo_camera Algunos piensan que Yosi es un gran roquero pero poco culto. No es así. En su casa tiene una de las mejores bibliotecas que haya visto

Hace nada una señora muy atildada y elegante se acercó a mí en la plaza del Hierro y me dijo: “Vaya cuadrilla de granujas que tiene usted como tertulianos, le pusieron a caldo por su homenaje, regáñeles de mi parte. Que sepa que me gusta sobre todo cuando escribe de la raia así que prométame que escribirá pronto de ese tema y cuídese hombre, me da la impresión que no se da buena vida. Y no beban tanto gin tonic que según escribe usted se ponen ciegos”. Antes de irse, la señora saca un bloc y me dice: “Lea, es mi verso favorito, es de Kipling: ‘No vinieron las lluvias y no hay barro para hacer hombres’”. Se va la señora y me quedo desconcertado y pensativo.

Viernes, 13 de abril

Vayamos a lo nuestro. La semana pasada conté cómo arremetieron contra mí por el jodido homenaje. Pero han pasado unos días y recuerdo el dicho: “Es de bien nacidos ser agradecidos”. Te cuento, hermano lector, mi colega Yosi estuvo tan cálido ese día que me conmovió. Cómo no vas a apreciar a una estrella del rock que te dice: “En mi vida sólo teloneé a los Ramones, a los Rolling Stones y ahora mismo a Jaime Noguerol”. No sé si vertí una lágrima secreta cuando añadió: “No es un letrista, es un poeta”. Estoy escribiendo y viene a mi cabeza aquel triste 22 de julio de 2016. Todavía circula la leyenda de que en aquel concierto Yosi se lanzó a los espectadores que no pudieron sujetarlo. Para nada fue así, a veces los dioses tienen envidia de los humanos que rozan ser héroes. Ese día le tendieron una trampa en una esquina y lo engulleron. Se rompió la cabeza. Ha sufrido mucho estos años, psiquiatras, cirujanos, videntes, magos. A veces la vida te hace un regalo macabro. Se recluyó en su confortable casa en las afueras de Ourense y he de decirlo, sus hados protectores pusieron a su lado a esa mujer, Laura, que no lo abandonó ni un momento. Ay, ya escribí una vez tenía que ser de la tierra de Borges, Buenos Aires.

Escribió Samuel Beckett que cuando realmente somos nosotros, muchas personas se alejan. Cierto es que de los suyos, de su banda, apenas tuvo consuelo.

Algunos piensan que Yosi es un gran roquero pero poco culto que va de aquí para allá. Ay, yo le vi llenar la plaza de toros de Las Ventas de Madrid. No es así. En su casa tiene una de las mejores bibliotecas que haya visto. Recuerdo aquel día que hicimos un juego. Apostamos una cena. El desafío era “Tú dices un autor y yo lo saco de entre mis libros, si no lo tengo, pierdo”. Cinco veces. Empecé fácil, por Hermann Hesse, se echó a reír. En una mesa estaban todos los libros del autor alemán, “El lobo estepario”, “Demian”, “Siddhartha”. Aprovecho, hermano lector, para recomendártelos, te darán luz en estos tiempos tan confusos. Solté el nombre de Allen Ginsberg. Va y no sólo me muestra el libro sino que me recita los primeros versos de “Aullido”, “Veo a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura / aullando histéricas y desnudas / arrastrándose por las calles al amanecer / en busca de la droga urgente e imperiosa”. Se lo quise poner más difícil y le dije “¿Qué poeta inglés terminó su último libro con el verso ‘No ocupes tu tiempo en odiar?”. Carajo, casi me da una lección de literatura: “Con Shelley y Lord Byron, Keats forma el trío de la mejor poesía inglesa”. Ahora me suelta de carrerilla: “Era romántico y tenía veinticinco años cuando falleció tuberculoso en un callejón de Roma…”.

Muchos paisanos lo habrán visto caminar muchos lunes muy de mañana por esta ciudad que él ama y le duele. Un día me contó: “Me ocurrió con frecuencia, después de una actuación triunfal en alguna ciudad de España, al regresar no podía dormir y algo me llamaba. Eran las calles de esta ciudad, como si tuviese que pagar un tributo; así escribí ‘San Francisco Expréss’”. “Aquí estoy llorando en la estación / no sé cómo he llegado y no sé a dónde voy / veo el tren resoplando en el andén / es el ‘San Francisco Expréss’ / a dónde voy te va a aplastar el diablo o la mano de dios”.

Pero quiero escribir también de quienes me acompañaron en mi fiesta. Ah, mi entrañable amiga Maribel que dijo que yo ya era un hippie cuando estudiábamos en la escuela de periodismo. Algún día será la cronista oficial de esta ciudad que ama con pasión. También estuvieron por allí mis amigos de Madrid, Patacho, el líder de la banda más divertida de la movida madrileña Glutamato Ye-Yé. Me contó cómo nació el grupo: “Pinchaba música en un local puntero de Malasaña y se me acercó un fulano con un collar de perro que me dijo tendiéndome la correa ‘¿Quieres ser mi amo?’ Sé que buscas un cantante’. Desde aquella fue la voz de nuestro ‘conjunto’”. Ese día tenía que estar a mi lado un hombre que lo sabe todo del rock, Mariano Muniesa. Me sorprendió cuando dijo que uno de sus temas favoritos es ‘Funciona legal’ con una letra que escribí para Salvador Domínguez y Banzai. Los ochenta, tiempos salvajes, los barrios de Madrid ardían, la moda era ‘ponerse’. Yonquis y camellos tomaban las calles. Cielo santo, ya sabes, la heroína arrasa con la amistad y con todo. No soy nadie para dar una lección de ética pero escribí “si te buscas la vida en este pudridero / a tus colegas no debes tangar”. Así era, fíjate qué mensaje para tiempos desolados: “Allá tú, pero al menos a tus colegas, a los tuyos, no les falles. No habrá luna llena si no hay amistad”.

(Después, la cena fue una fiesta, proclamamos la obligación y el derecho de disfrutar de esta vida, el banquete no envidió a una bacanal romana. Una pena que no asistieran a la cena los curtidos músicos de Habitación Vudú. Hubo poemas, se contaron historias oscuras y el vino regó nuestros cuerpos. Hasta Yosi se animó con unos versos de “Frío”, “Las olas rompen el castillo de arena / soy sólo un verso que está equivocado”).

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