Opinión

La resaca

Me entristezco. Maldita sea, se van yendo los mejores de mi generación. Joder, ahora que la vida no pinta demasiado bien. Los que hemos vivido esta transición devastada por la codicia, estamos heridos.

Encima, nos abandona Javier Krahe, estaba en el mundo para embellecerlo, hacerlo más justo y armonioso. Qué cosas, hará un par de meses que actuó en la ciudad. Estuve con él antes de su actuación. Qué barbaridad, después de tantas décadas, todavía tenía ese temblor secreto del que va a salir al escenario.

Ahora que lo pienso, ese día tenía el espíritu más maltrecho que de costumbre.

Inevitablemente, recuerdo Madrid, año ‘79’, un garito que se llamaba ‘Aurora’, inquietantemente cerca de la comisaría de ‘Centro’. Allí abrevaba la peña libertaria liderada por el olvidado cantautor Chicho Sánchez Ferlosio. Era un local de escasa cabida. Allá iba yo, en compañía del poeta verinense Antonino Nieto.

Todos los días sucedía algo. Los martes era la tertulia de García Calvo, discutíamos del lenguaje y el alma. Los miércoles, su compañera, nos hablaba del amor y sus cosas.

Javier se educó en el elitista Colegio del Pilar. Lo cierto, es que un día desapareció de Madrid persiguiendo a una novia canadiense hasta Quebec. Regresó confuso. Lo de cantar fue algo extraño, una jugada del destino. Él escribía letras. No tenía voz y tampoco lo suyo era la guitarra pero consiguió versificar con ingenio canciones que marcaron momentos históricos para una generación ade-antada, ‘progre’.

Aún presidían nuestras habitaciones las imágenes del Che, el Guernica y los ojos pacíficos de Lennon. En ocasiones, los guerrilleros de Cristo Rey irrumpían en los tugurios con sus bates de beisbol.

Javier Krahe ya conocía la lucidez alucinada de la ‘resaca’. Eran tiempos del ‘underground’ y en una oscura cueva de ‘Tirso de Molina’ nació “La Mandrágora”. Allí cantaban cada noche Javier, Alberto Pérez y Joaquín Sabina.

(Después vinieron tiempos de manifestaciones y algaradas. Recuerdo aquel 28 de febrero, 1986. Qué follón se montó con lo de la OTAN. Recuerdas: “de entrada NO. Televisión estaba grabando. Le rogaron por todos los dioses que no cantara ‘Cuervo ingenuo’, una sátira a la actitud de Felipe González. Javier no se arredró. La censura actuó.

Krahe solía canturrear: “Que nadie vaya a llorar el día que yo me vaya/ es más hermoso cantar/ aunque se cante con pena”) 

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