Opinión

Sacudir nuestras almas

Jueves, 29 de abril

Ayer nos reunimos todos los tertulianos. Estábamos convocados para un asunto que teníamos aplazado. Ya pasó el tiempo desde que hicimos nuestro viaje a Marruecos. En nuestros estatutos está que al menos nuestra peña realizará dos viajes cada año, a poder ser a un destino original y lejano al turismo.

Lo cierto es que cada semana aportamos cada uno cierta cantidad y el profesor, que es nuestro contable, nos comunicó “La bolsa está rebosante y es hora de sacudirse esta lenta vida provinciana”. Estos largos meses de pandemia han entumecido nuestras mentes porque, recluidos en nuestras zonas de confort, ha ido pasando la vida muy monótona y adormecida. Recordará el hermano lector y lectora que en nuestra última expedición aceptaron mi propuesta y partimos hacia el sur de Marruecos. Mira tú, llegamos hasta Tan-Tan, muy al sur de Marruecos donde todavía salen largas caravanas, cierto es que ya no hacen aquellos legendarios viajes a la búsqueda de sal. Paul Bowles decía que pisar la arena histórica del Sáhara, allá donde no hay caminos, limpia los anillos de la mente. Claro está que en tu equipaje has de llevar un buen mejunje de hierbas secretas que conocen los nativos y algo de kifi del que tanto gustaba Valle Inclán.

2021-05-02_angulo_inverso_ilustra_resultadoALBA FERNÁNDEZ

Al fin, ya escribió Cervantes que “no hay viaje malo excepto el que te conduce a la horca”. Así que elegir el lugar no fue tarea fácil. Había que viajar a la búsqueda de otras vidas y de otras almas. Cada uno de nuestra tertulia traía la idea de ir a un lugar diferente. Propuso el pintor “Uno de los sueños que me queda por cumplir es ir a Venecia, uno no puede morir sin ver su mítica plaza y ver los puentes en donde Luchino Visconti rodó ‘Morte a Venezia”. Su idea no gustó a nadie. De inmediato hubo un gesto de decepción en todos. “Cielo santo, Venecia, todo lleno de chinos y ahora tienes que pagar hasta por transitar sus calles. Ni hablar. Descartado”.

Interviene el psiquiatra y trae una propuesta muy literaria. “Se trataría de recorrer los cementerios donde yacen nuestros escritores más amados. Estoy haciendo un plano de nuestro recorrido. Empezaríamos por el más hechizante y cutre, ese del que tanto escribiste tú, Jaime. Hablo de Larache, aquella ciudad que fue la capital del Marruecos español: allí yace el más maldito de todos los escritores franceses, Jean Genet. Y no hace tanto, quiso ser enterrado a su lado su gran amigo del alma Juan Goytisolo. Parece que ahora el gobierno español lo arregló en condiciones, pero tú, Jaime, escribiste que cuando descubriste la tumba de Genet era un abandonado cementerio español donde se reunían a beber los borrachos marroquíes rodeados de inmundicia. El resto del recorrido está en este plano, de allí saltaríamos a Collioure donde yace nuestro poeta más amado Antonio Machado. No olvidaríamos a Jim Morrison en el cementerio de Père-Lachaise. Y de allí ineviatblemente a Ginebra, donde están los restos de Borges…”.

Mi turno, la verdad es que lo propuse sin mucha convicción. Mi propuesta fue Ámsterdam con la excusa de sentir una ciudad muy libre y conocer el Museo Van Gogh. Además, como viví allí un tiempo, les enseñaría las claves más oscuras de la ciudad. Ay, eran buenos tiempos cuando yo trabajaba en aquella emisora Radio Paradiso, que transmitía dos horas en español para nuestros emigrantes que eran multitud. Transmitíamos peticiones de canciones y ese tipo de cosas. Imagínate, me harté de poner discos de Ana Kiro o Los Tamara con Pucho Boedo. Quizás alguna vez conté la anécdota, sólo en una ocasión vino alguien que me pidió nada menos que “Heroes” de David Bowie. Era Quique, hoy al frente de O Frade. Había nacido allí, hijo de madre holandesa, y quería montar un local muy español. No sucedió, el amor lo llamó y regresó a Ourense. Mi propuesta fue rechazada de inmediato. Allí hay más turistas que en la propia Venecia. Alguien añadió “Tú lo que quieres es ponernos a todos hasta arriba de hierba en los coffee shops de la ciudad”. Y hubo una carcajada general.

“Dejadme hablar, dejadme hablar” dice con voz grave el abogado. “Pensad. Yo creo que no es tiempo de ir por el mundo sin más y de fiesta”. Saca de la cartera unos papeles, los extiende sobre la mesa y dice “Esta es la ONG con la que colaboro desde hace años. Os propongo que pongamos nuestro grano de arena para mejorar este jodido mundo”. Nos enseña un mapa. Añade “Es una ONG pequeña y seria allá al sur de Angola, lo tengo todo controlado, llevaríamos medicinas y algunas cosas y trabajaríamos quince días en un campo de refugiados en un país lleno de guerras sanguinarias. Sólo pagaríamos nuestro billete de avión”.

Quedamos todos descolocados. Pensativos. Le toca a nuestro contertulio el profesor que dice muy convencido “Es cierto lo que afirma el colega abogado, pero yo creo que nosotros también necesitamos curarnos de estos largos meses cautivos. Estoy convencido de que mi viaje es el más original. Hará tres años le di clase a un chico africano. Todavía le doy alguna clase por internet. Hace poco me descubrió que es familia de Teodoro Obiang, el tirano que gobierna con mano de hierro Guinea Ecuatorial. Pues, creedme, no cesa de invitarme a conocer su país. Cierto, no es tan fácil pasar su frontera, sobre todo si eres periodista, pero yo le hablé de nosotros y él nos conseguirá un visado y nos dará cobijo en Malabo. Ya sabéis que Guinea fue española desde 1885 a 1968. Como siempre, como ocurrió en el Sáhara, abandonamos el país de mala manera y hoy Obiang no quiere saber nada de nosotros y florece la lengua francesa. Él siempre me escribe que nos enseñaría el lado prohibido, las ceremonias ocultas y las costumbres más paganas. Sin más, si aceptáis, sólo tengo que comunicárselo. Él estará encantado y feliz de recibirnos”.

(La tertulia se alargó más que nunca. Hubo discusiones. Decidimos aplazar nuestra decisión. Alguien dijo “En nuestra próxima tertulia lo decidiremos a suertes”. Ay, quizás hemos olvidado a Kerouac: “El camino es la vida”).

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