Opinión

Ese soplo divino

Tempus fugit'. Carajo, debí haber nacido en la prehistoria. Va Maribel Outeiriño y me espeta: "En estos días sales en mi sección 'Historia en 4 tiempos', carroza; encontré tu primer artículo, que escribiste en el 66, era sobre fútbol".

Ay, en los sesenta, un joven casi adolescente brujulea expectante y tímido por la cálida redacción de este periódico, entonces en la hoy calle Alejandro Outeiriño.

Percibo ahora el olor azufrado de las linotipias en el taller; el ajetreo constante, van y vienen paisanos, alguno entristecido viene a poner una esquela; las máquinas de escribir Remington a tumba abierta, la de Segundo Alvarado, centellea; algún que otro periodista da un trago discreto a una botella de brandy; en una mesa, en el centro, escribe a mano su 'Márgenes' don Ricardo, el director: traje decadente, gafas en extremo de la nariz, mirada profunda y compasiva. Qué asombro, los artículos circulan por extraños tubos desde la redacción a los talleres.

La magia ocurre a media tarde. Van llegando las mejores mentes de la generación más lúcida, la 'Nós'. Ahí entra encorvado, silencioso, una sombra: Vicente Risco, va y viene enigmático por la redacción y habla muy bajo de sus cosas con Don Ricardo. Ahora llega Xaquín Lourenzo, rostro enjuto y perpetuo traje negro, habla con alguien tal confesión íntima y amarga.

Los linotipistas lo miran casi aterrados: entra erguido y arrogante Blanco Amor. Todos saben de su manía perfeccionista: cada cierto tiempo corrige con letra menuda su artículo. En los talleres, resignados, escriben y reescriben.

No he de olvidarme de él. Cuánto le quise, cuánto aprendí y menudas palizas me daba al ajedrez. Hay que joderse: un día me mostró la ''Laureada de San Fernando', la más preciada condecoración militar de este país. Por supuesto hablo del más inteligente de su generación, Luis Trabazo. Una tarde me vio inmóvil ante la ventana de la redacción, golpeó mi hombro y me dijo: "Recuerda, pasmarote, mientras el hombre piensa, Dios ríe".

Con que allí estaba yo fascinado en el 66. La gitana ya me había dicho: "Lo tuyo es un poco raro, hijo, deambularás por los caminos para hacerles preguntas a la gente".

¿Sabes?, hay un término tristemente obsoleto. Ya Sócrates hablaba de él: ese 'soplo divino' hacia donde te lleva la vida. Te hablo, hermano, de eso que llaman "vocación". Si los dioses te la conceden serás feliz en tu quehacer. Serás verdaderamente quien quieres ser. Recuerda al clásico: "Triste es el día para el que no ama".

(Cierto, hay excelentes camadas de periodistas asilvestrados que saben que vivir es estar en peligro. Son tiempos en que la vocación es lograr una visa de oro. Desvergonzados charlatanes disfrazados de periodistas que nos llenan de cháchara euforizante. Hoy, un aura metálica cubre la estepa de computadoras de las redacciones. No hay tiempo: el periodista ha de telefonear. No podrá leer en unos ojos lo que las palabras ocultan. El marketing no es sagrado. Ay, escribir. Los griegos afirmaron: "Las cosas sólo suceden para que alguien las cuente".)

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