Opinión

Vodka ruso

MARTES, 1 DE MARZO

Madrugada del martes, regreso a casa tambaleante. Te juro, escucho pasar los trenes de la noche y croar las ranas en mi cabeza. Un flash recorre mi cerebro sobrecargado. Dejo que prosigan las imágenes, cada vez más nítidas y luminosas. Un niño de diez años recorre las calles un martes de carnaval del Verín de los sesenta. Los petardos potentes suenan aquí y allá. Un cartel dice “Prohibido disfrazarse bajo fuerte multa”. Leo en un bar “Prohibido cantar y bailar”. En otro “Prohibido blasfemar”. No sé si alucino o es verdad, tras de mí vienen violentos con sus vergajos y chocallos tres hombres grandes, con sus zamarras de colores y sus caretas de dar miedo, son los cigarrones que golpean con furia a todo viandante. Echo a correr y les grito “Cigarrón, lapón / mete os cartos ao bolsón”. Escribo esto y me doy cuenta que nada tienen que ver con estas

tropas de cigarrones tan light y de postureo.

Boom. Boom. Intermitentes suenan poderosos los petardos. Ay, ya meses antes estallan en las calles anunciando que el entroido está ahí. Boom. Nadie protesta, todo verinense siente que una fiebre sube por su vértebra. Alguien grita en mi cabeza “Prohibido prohibir”, son los setenta, el lado salvaje del valle de Monterrei. Ya escribí, todos los que nacimos allí tenemos un estigma clandestino. Ay, jaleo, jaleo en la plaza, los maderos intentan arramplar con los gaiteiros de Moialde, la multitud se enfurece, los maderos desisten y escapan.

(Estoy a la puerta de casa. Zas, como si despertara de un sueño. Me detengo, los visitantes de mi mente huyen, siempre amaré aquellos entroidos en que la villa estaba herida de autenticidad. Todavía escucho lejanos los trenes de la noche. Ay, y yo no subí a mi vagón.)

Ilustración: Alba Fernández
Ilustración: Alba Fernández

MIÉRCOLES, 2 DE MARZO

Camino en el entierro de la sardina. La charanga de Trives también avanza con rostros sudorosos después de tocar en la provincia cuatro días consecutivos. Por un momento pienso que vamos caminando tras el cadáver de Europa. ¿Quién escribió aquel verso “Europamos de tristeza?”.

Camino con mi amigo tertuliano el profesor. Vamos en silencio, pero en nuestras mentes caen las bombas que estallan en Ucrania. Es miércoles, post carnaval, terminó la fiesta. La realidad retorna con su feo rostro. La peña se sacude la cabeza alarmada. Malos tiempos. Mi amigo y yo entramos en nuestra pizzería habitual. La afanosa chica que nos sirve comenta muy preocupada “Tengo veintidós años y, amigos, sé que más pronto que tarde perderé el curro; tiemblo, nuestros productos, sobre todo la harina, vienen de la vieja Rusia”. La escuchamos con atención “Nuestra ciudad, como todas, se llenará de refugiados, no creáis que soy poco humana, claro que los recibiré con los brazos abiertos pero sucede que siempre que vienen de fuera se ofertan por menos dinero. Claro que hace unos días pedimos a una persona para trabajar en el reparto y apenas un español trajo el curriculum”. El profesor trata de quitarle dramatismo y le dice “El poeta escribió ‘Te prometo, hija, las mañanas se llenarán de jardineros”. Salimos del local, el profesor me toma del brazo y me escupe dolorido “Tal vez no lo hayas leído pero es tan desolador lo que ocurre que supera cualquier guion catastrofista. Te cuento, hay que joderse, Jaime, ochenta años después, estos días los bombarderos rusos y sus misiles caen exactamente en Babyn Yar. No sé si conoces el poema del poeta ruso Evtuchenko, es un poema estremecedor en que evoca la primera masacre de los nazis en Ucrania, y mira tú, las bombas hoy caen justamente allí, donde en 1941, en un festín macabro asesinaron en dos días a cuarenta mil ucranianos. Eran las temidas SS, ya sabes, primero cavar las tumbas a golpe de látigo y después asesinarlos a balazos. Entonces Babyn Yar era un lugar lúgubre y escondido perfecto para una bacanal nazi enloquecida. En estos últimos años, los ucranianos transformaron el barranco en un lugar sagrado. Recordemos que en esos años fueron asesinados más de un millón y medio de ciudadanos”.

”Ahora en Babyn Yar hay un monumento, es un árbol con las ramas rotas, un espejo de una vida truncada. El hombre olvida pronto. Los sociólogos afirman que sólo un escaso veinte por ciento de ucranianos conocen este dramático episodio. Quizás sea la mayor fosa común de Europa. Cuando construyeron la escultura afirmaron ‘Mientras viva el recuerdo de aquella tragedia, aquellos crímenes no se repetirán”.

”Pero ‘No hay tregua’. Mi ingenua generación escribió en las paredes ‘Haz el amor y no la guerra’. Al terminar, vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido. ¿Sabes, Jaime? Ayer leí que el líder ordena los bombardeos ‘mientras tiene visiones delirantes de volver a colocar la bandera soviética en las humeantes ruinas del Reichstag en Berlín”.

(Ahora el profesor y yo entramos en nuestro local favorito. Al vernos entrar el barman ya prepara nuestras bebidas. Ya en la barra el barman me mira fijo y me espeta “Hoy me niego a servirle su vodka ruso, ya sabe…”.
Cielo santo, en breve Sánchez saldrá de compras. Nuestros F-18 se van quedando antiguos. Cuando llamó para pedir vez le respondieron “Las fábricas de armas siempre están abiertas”.
Negociación: “¿Qué le parece, señor Sánchez, un F-35A? En nada derriba al enemigo, es polivalente y suelta bombas sin interrupción. Mire usted, es una ganga, setenta y siete millones de dólares. No va a ser usted menos que Francia y Alemania, créame, nuestros clientes marroquíes acaban de hacernos una buena compra y se lo van a poner a usted difícil. ¿De cuánto dispone usted, señor Sánchez?”. “Pues traigo cuatro mil millones de dólares para gastar”. “Pues mire usted, señor Sánchez, le ofrezco un B-2 por mil cuatrocientos millones, invisible, silencioso que siembra la muerte en Kilómetros alrededor. ¿Conoce usted nuestro nuevo modelo Scorpion? Mire usted, una hora de vuelo sólo son cinco mil euros, una ganga.)

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