Opinión

En busca de la verdad

La ctual situación de crispación que domina la política española, deliberadamente dirigida a dividir a la sociedad otra vez entre buenos y malos, entre progresistas y reaccionarios, entre cívicos e insolidarios, se corresponde a la letra con la estrategia del pensamiento bipolar e ideológico que desde hace algún tiempo acampa entre nosotros.

En lugar de que el gobierno resuelva los problemas reales de la gente, se prefiere seguir una errática política de laminación del adversario, intentando colocarlo extramuros del sistema político. En este contexto, de progresivo deterioro de la calidad en el ejercicio de las libertades, de opacidad, cuando se pregunta, por ejemplo, por ciertas cuestiones que preocupan a los españoles relativas a la crisis económica, al pluralismo, a valores constitucionales, aparece ante todos nosotros esa enfermedad tan contagiosa, propia de las tiranías, que es el miedo a la verdad.

Cuando no se quiere contestar, o se dan largas a las peticiones de información, o sencillamente se impiden las comparecencias por miedo a la verdad. En democracia, tarde o temprano, bien lo sabemos,  la verdad sale a relucir en algún momento. La experiencia histórica nos enseña que, en efecto, intentar ocultar las cosas siempre acaba mal. 

Buscar la verdad es algo que ni está de moda, ni se desea muchas veces, porque la verdad libera, la verdad coloca a cada uno en su sitio, la verdad muestra la realidad. Y como la realidad apenas importa porque desde el vértice se impone un modelo ideológico de división de la sociedad española, es menester denunciar desde la libertad y el pluralismo la ocultación y la manipulación en la que estamos instalados.

Buscar la verdad siempre ha sido una tarea ardua y peligrosa que desde luego bien vale la pena. Ya lo creo.

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