Opinión

Otras políticas

Las formas tradicionales de hacer y estar en política ya no sirven. Al menos no en las actuales fórmulas.

La población certifica, en diversas partes del mundo, a través de los más variados instrumentos de opinión, que los partidos políticos y sus dirigentes, además de encontrarse entre las instituciones y actividades más desprestigiadas, deben cambiar la forma en que tratan de resolver los asuntos propios del interés general. Por un lado, la corrupción bate records asombrosos y, por otro, el aislamiento e insensibilidad social en el que viven no pocos políticos es patente.

En este contexto, de cuando en cuando encontramos reflexiones o experiencias que llaman la atención por su novedad en relación con un mundo cada vez más aburrido. El actual alcalde de Oporto, Rui Moreira, rompe los moldes y muestra que hay otras formas de hacer y estar en política. Es verdad que se trata de una figura peculiar pues es un empresario de éxito, comentarista futbolístico muy conocido por su adhesión inquebrantable al Fútbol Club Porto, hombre de mundo, con estancias en diversas naciones del globo, y, sobre todo, candidato de un movimiento civil impulsado por personas de diferentes orígenes ideológicos que buscaban, por encima de todo, el despegue de la ciudad en todos los sentidos.

Rui Moreira aceptó la candidatura imprimiéndole un sello personal bien interesante. Se dedicó fundamentalmente a escuchar a los vecinos porque está convencido de que la gente está harta de escuchar a los políticos y quiere hablarles, exponerles los asuntos que verdaderamente les preocupan. A partir de aquí las formas clásicas del marketing político cambian y las reuniones con la ciudadanía se convierten en conversatorios en los que se dialoga y se escucha a la ciudadanía sin limitación ni de tiempo ni de temas. No hay miedo a ciertas cuestiones porque el político que trabaja desde esta perspectiva tiene convicciones, no frases hechas que apenas sirven para la administración de la espontaneidad.

Por otra parte, el personaje objeto de nuestro artículo de hoy, en alguna entrevista afirmó, ante el asombro de propios y extraños, que en lo social es de izquierdas y en materia de organización territorial de derechas. El día que ganó las elecciones, superando a las potentes maquinarias del PSD y del PS, los principales partidos del país portugués, sentenció categóricamente: si los partidos no han entendido lo que ha pasado aquí es que entonces no han entendido nada.

El caso de Rui Moreira es ciertamente atípico pero demuestra que cuando existe una sociedad civil sólida y pujante, preocupada de los más graves problemas de la comunidad, es posible que se movilice y busque los mejores candidatos posibles: personas con sólidos compromisos y hábitos democráticos, personas con trayectoria profesional positiva y con medios de vida sobrados al margen de la política. En el caso de Oporto se pone de manifiesto que cuándo se da protagonismo a los vecinos, cuándo se les escucha y se toma nota de sus intereses colectivos y preocupaciones sociales, es posible que la actividad política se coloque al nivel que debe.

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