Opinión

Sobre el pensamiento compatible

El pensamiento compatible nos permite apreciar que en la realidad se puede dar unido –y de hecho se da- lo que una mentalidad racional “matemática” -llamémosla así- nos exigía ver como opuestos. 

En efecto, es un imperativo ético hacer ese esfuerzo de comprensión. Posiblemente nos permitirá descubrir que realmente -como creo- lo público no es opuesto y contradictorio con lo privado, sino compatible y mutuamente complementario. O que incluso vienen recíprocamente exigidos. Que el desarrollo individual, personal, no es posible si no va acompañado por una acción eficaz a favor de los demás. Que la actividad económica no será auténticamente rentable -en todo caso lo será sólo aparentemente- si al tiempo, y simultáneamente no representa una acción efectiva de mejora social; que el corto plazo carece de significado auténtico si no se interpreta en el largo plazo; etc., etc. 

Es decir, que la norma no se opone a la libertad, sino que, si es auténtica, justa, la potencia; que debe distinguirse la valoración moral de los comportamientos –que es una exigencia ética- del juicio moral de las personas, que es un abuso de nuestra condición racional... Es decir, la norma debe estar anclada en los valores superiores del Ordenamiento jurídico, así como las formas y los procedimientos. 

El pensamiento compatible y complementario es cada vez más necesario en un mundo en el que, de nuevo, regresa el pensamiento único, el pensamiento basado en la confrontación. Precisamos pluralismo, respeto a todas las ideas y acostumbrarnos a debatir y reflexionar con serenidad.

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