Opinión

FIN DEL VIAJE A LA TIERRA DE LA TOLERANCIA

A la playa donde se rodó la cálida escena con Deborah Kerr y Burt Lancaster en De aquí a la eternidad bajan algunas personas por un terreno escarpado para hacer mejores fotos. Hay pocos bañistas. Arriba, muchos turistas también hacen fotos de la playa. En el suelo, un mapa de la isla señala el lugar donde estamos y una estrella de cuatro puntas indica los puntos cardinales.


Me voy de allí y me maravillo con los paisajes a derecha e izquierda de la carretera. A la derecha las playas, el mar y alguna pequeña isla, y a la izquierda las famosas montañas volcánicas con hendiduras triangulares verticales y mucha vegetación.


Muy cerca, siguiendo por la costa este hacia el norte, está Kualoa Ranch. Compro un ticket para ir en autobús hasta donde se rodaron escenas de producciones como Lost, Parque Jurásico o Pearl Harbor. En el suelo, veo y hago fotos de las huellas de los dinosaurios de Parque Jurásico.


A la vuelta para Honolulu, muy cerca de Kualoa Ranch, me detengo en una granja tropical donde como gratuitamente ricas nueces de macadamia originales de Australia.


Antes de irme al hotel visito la selva tropical de Manoa Walley, el cinturón verde de Honolulu. Aparco el coche en un parking privado al aire libre, no en muy buenas condiciones pero rodeado de una arboleda impresionante, donde se oyen cantos de gallos. La visita se puede hacer guiada por 10 dólares pero decido ahorrármelos e ir solo por esta arboleda de enormes especies naturales preciosas, agrupadas en estado seminatural, de 200 acres -un acre es el área de un cuadrado de 63,6149 metros de lado-, que fue fundada en 1918 y es gestionada por la Universidad de Hawai. Después de recorrer unos 200 metros andando por una carretera en regulares condiciones tengo que seguir por un camino descuidado y húmedo entre la arboleda, a través de piedras enormes y con barrotes circulares de madera horizontales y resbaladizos por el barro mojado que acumulan. El trayecto hacia arriba es impresionante, por las asombrosas y variadas colecciones de árboles tropicales, y termina en unas lindas cataratas -Manoa Falls- totalmente verticales, por donde cae el agua cristalina en una pequeña piscina, en la que no es aconsejable bañarse por la posible caída de rocas y leptospirosis.


Con mucho cuidado, después de hacer muchísimas fotos, regreso de nuevo andando al aparcamiento y conduzco mi Chevrolet de alquiler hasta Waikiki. Voy caminando a Rainbow Drive-In, un restaurante cutre en Kanaina Avenue, donde come alguna vez Barack Obama cuando visita Honolulu y en el que se puede pedir el menú sin bajarse del coche. Ceno loco moco, un plato típico de la cocina de Hawai, que consiste en arroz blanco cubierto con una hamburguesa, un huevo frito, y salsa marrón tipo gravy.


El viernes 28 de octubre me levanto temprano y conduzco el coche, esta vez por el oeste, en dirección norte. Llego a Pearl Harbor, donde los japoneses llevaron a cabo aquel ataque relámpago por sorpresa el 7 de diciembre de 1941, pero decido no realizar la visita guiada de una hora y cuarto que incluye una película de 22 minutos de duración. Pearl Harbor es visitada por 4500 turistas al día en verano, y por la tarde es necesario hacer colas de hasta dos horas para realizar la visita guiada.


Sigo hacia el norte y me detengo para ver dos playas preciosas, Waimea Bay y Banzai Pipeline. En esta última, con olas enormes, hay muchos surfistas practicando, algunos con entrenador corrigiendo sus errores desde la arena de la playa. Continúo hasta Kawela (Turtle) Bay, la playa de las tortugas, a la que se accede después de pasar un campo de golf y un hotel con unas vistas perfectas. Buceo con snorkel que he alquilado en el hotel y me asombro al ver una gran cantidad de pulcras tortugas de diferentes tamaños. Un camarero del hotel situado en la misma playa me dice que la mejor hora para verlas en mayor número es por la mañana temprano.


Ya es hora de comer. Me detengo en Giovanni´s, situado al lado de la carretera. Es una vieja camioneta cubierta con graffiti, dentro de la que tres hombres y una mujer cocinan y sirven gambas riquísimas. El trato al cliente es encantador. Tomo unas gambas con salsa muy picante, buenísimas, y un perrito. Mientras como sentado en una gran mesa con otros comensales desconocidos cuento treinta nuevos clientes en menos de media hora que esperan, mientras llega su turno, para que le entreguen en mano el menú ordenado previamente. Al terminar me lavo las manos en un lavabo, al lado del comedor cubierto, que debe verse, lo mismo que el baño, un poco más alejado, rudimentarios e indescriptibles aquí y ahora.


El famoso Giovanni´s, destacado en la guía turística, ha merecido la pena. Sigo conduciendo y hay muchos otras camionetas destartaladas a ambos lados de la carretera, donde también sirven comidas, pero sin clientes. Me detengo en el área de recreo de Malaekahana State, con una playa paradisiaca y árboles bañados por el agua, como las que se ven en las postales de Hawai. Hay gente descansando debajo de los árboles y una guapa hawaiana hace footing.


El sábado 29, último día de mi estancia en Honolulu, lo aprovecho para ir de tiendas por Waikiki y hacer fotos de la estatua del famoso surfero Duke Kahanamoku, quien hizo su casa allí y dio demostraciones de surf por todo el mundo. Ceno en Hard Rock.


El presidente Obama creció en Makiki Heigts, en Honolulu, y ha dicho que Hawai es el espíritu de la tolerancia. Escribió en 1999, 'cuando finaliza un duro día de encuentros y negociaciones dejo que mi mente regrese a Manoa Falls'. Michelle, su mujer, cuando le preguntaron quien es Barack Obama, respondió: 'No puedes entender realmente a Barack hasta que entiendes Hawai'.




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