Los partidos ante Palencia y Valladolid dejaron dudas sobre el juego del COB. Sin continuidad, sin frescura. Demasiado similar al bolo con buena presencia pero indigesto de la pasada campaña. Nada ver como lo prometido durante la pretemporada de motu proprio.
Ante el Burgos regresó la luz. Nada que decir si el COB es fiel a sus ideas pero el balón le niega la razón. Es deporte, la fortuna y el rival también juegan. En dos de las tres derrotas sufridas no todo fueron tiros más o menos liberados y cuestión de porcentajes. Nada que ver con el partido de Burgos o la primera mitad ante el Huesca. Los porcentajes de El Plantío y de los primeros 20 minutos del martes en el Pazo no son exigibles pero sí la forma de intentar llegar a ellos. Un COB de rebote y transición, de juego directo en el ataque estático y de libertad para mirar el aro a jugadores con puntos en las manos para hacer daño a sus pares.
Un camino que igual sirva para acabar hoy la jornada como líder o para perder de 20 ante el Básquet Coruña pero seguro para enganchar al baloncesto después de tanto tedio año.
El COB tiene jugadores para ilusionar y ha demostrado tener también pizarra y voluntariedad para conseguirlo.
El Coruña llevará el partido a la trinchera y apostará por acortar el campo. El COB debe quitarle el limitador de velocidad al juego. Que Rivero se vuelva a gustar, que Martínez mire aro, que Suka o Arco ataquen a sus pares. Poner la rampa de para que Fieler siga subiéndose al carro y Brown despegue. Ponérselo fácil a los interiores. Nada que no haya hecho ya y con lo que hoy pegará a la tele o hará coger el coche a aficionar que vuelven a ilusionarse con el baloncesto.
