Gonzalo García de Vitoria dijo semanas atrás que el mensaje a sus jugadores había sido claro: es el momento de pensar solo en el club, por encima de cualquier aspecto individual. De números, de contratos o de cartas de presentación. Se rompió la racha de victorias, llegaron dos fichajes importantes y parecía haber pasado lo peor, pero en cinco días el COB ha roto el cántaro de la leche.
Que esta plantilla tiene problemas intrínsecos ha quedado claro. Déficits y vicios que ya no se está a tiempo de eliminar, pero también virtudes que han servido para sacar partidos tan importantes como los que están por venir.
Que Gonzalo García Vitoria no está teniendo el mando, el carácter o incluso la inspiración de otras temporadas para enderezar el rumbo también queda claro. Pero es el mismo entrenador del ascenso, de los play off, de la Final Four... Indiscutible entonces, indiscutible ahora e indiscutible mañana.
Que la directiva y el club tienen grietas y aspectos a mejorar para fortalecer el engranaje es público. Igual que lo es el mérito de haber salvado al COB de un futuro inexistente y de dotarlo de una estabilidad administrativa, social y económica que cuesta recordar. Un presidente de baloncesto y no de portadas y un club que no ha dudado en hacer cuantos esfuerzos se le han pedido para reforzar el equipo. De alzar la voz para evitar cualquier duda sobre quién es el entrenador del proyecto.
Un Pazo sin su afición la mayoría de los días y que ahora se jugará el futuro de su equipo con 500 elegidos en la grada, pero seguro que sabrán ser los mejores y hacer por 3.000. Ellos sí que tienen claro qué es ahora lo único importante sin importarles ni reclamar que ellos son lo realmente importante.
Entre todos sabrán sacar esto adelante, como han hecho otras veces. Los que suman son infinitamente más que los que no lo hacen. Aquí no resta ni sobra nadie y menos cuando hay tanto en juego. Volverán tiempos mejores, pero antes toca empujar más unidos que nunca. El COB se la juega y Ourense siempre responde.
