Opinión

Partido grande

A veces me levanto por la mañana y pienso: "Hoy va a ser un buen día". Si además impuso su ley ese sol tan decolorado al que idolatro en mi OU del alma entonces me lo repito una vez más y hasta me sonrío para felicitarme. Otros lo sienten con el cabezazo cariñoso del perro que pide paseo, la mueca de su bebé o ese trozo de piel de tu pareja mas o menos libidinoso que asoma en una parte de la cama sin nombre entre los pies y la almohada. Doy fe también de lo tercero.

Días en los que las cosas que salen, mal eres capaz de positivarlas 'per se'. Los días de partido grande erradico mi perenne tendencia a la pereza matinal con la misma naturalidad con la que mi mujer se enfada al no poder entender el motivo. Por no asimilar que en días sin ese reclamo el resorte no tenga la misma contundencia. Días en los que la cama se empeña en abrazarme contra mi voluntad hasta que el hambre la combate.

Zumo, yogurt, plátano, ducha, reloj, llaves y calle. Rápido, sin tiempo que perder. Un paseo, un café o una cara conocida con la que te cruzas. Malo será que nadie saque el tema. Las probabilidades son directamente proporcionales a la relevancia de la cita.

Mañana será imposible llegar a la segunda comida del día sin un par o tres de comentarios sobre el tema, incluso algún análisis en profundidad de como se pueden atacar las zonas impares del Melilla, si es mejor Wright o Laso o si a Bravo y a Garrido también les tenemos cariño en días como este.

Quizá sea que escuchar play off genera un inmediado desprecio a la pérdida de tiempo y te empuja irremediablemente a la vida. Un play off es eso, alegría. Ganas de estar despierto y no perderte ningún detalle.

En un play off se chupan hasta los huesos. Relees los artículos, vuelves a ver los partidos, eres incapaz de no avanzar dos casillas y empezar con ese inútil soniquete de "y si ganamos este y luego en el siguiente no sé que más".

Ni el pianista, ni la chica a la que intentaba impresionar con su cultura musical, ni una grabadora oculta que dejase constancia de la conversación se han pronunciado nunca, pero se han escrito decálogos sobre el pobre Chris Morris y su famosa petición: "Toca algo de Picasso". Las carcajadas se han escuchado en zonas del planeta donde el baloncesto todavía está por descubrir pero sinceramente creo que el problema del ex jugador de los Jazz de Utah era sencillamente que aquel día no había partido grande. Quizá es que sencillamente se estaba quedándose dormido. Mañana eso es pecado.

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