Imposible ponerle un pero. No mientras siga sin regalar una sola defensa, anteponer siempre el equipo a sus números personales, no racanee nunca en el entrenamiento diario, sienta al COB como si hubiese nacido en Ourense y se le ponga la sonrisa en la cara cuando mira a la grada después de un acierto.
No soy imparcial con él. Me ganó desde la primera penetración que hizo arrastrando una pierna con una rodilla destrozada y con un carácter a prueba de contratiempos. El Pazo era solo cemento y él fue una de las claves para que hoy siga soñando con el baloncesto. De eso hace ya cinco años. Entonces el COB apostó por él. El verano pasado él apostó por el COB.
Ahora resultaría fácil quitarle mérito a un decisión arriesgada. Ahora es un equipo que pelea por ascender a la Liga ACB. Cuando fichó era un club metido en la liga con calzador, que venía de un temporada pobre y sin seguridad alguna en ningún estamento. Se la jugó y ayudó a creer que este año sería distinto. Que esta vez no le iba a tocar perder. Toca recordar.
Sus dos primeros años en Ourense sobresalió y el equipo no. Sufrió. Ahora no le entran los tiros y escucha zumbidos absurdos mientras su equipo no deja de ganar.
Jamás lo criticaré más allá del partido puntual. Nunca mientras siga siendo un jugador honrado.
Volverá a alzar el puño y a poner a la grada en pie. El Pazo lo está esperando y él tiene más ganas que nadie de volver. Ya falta menos, estoy convencido. No te deseo suerte, te doy las gracias.
