Opinión

El viernes, Lleida, después de mayo

Euforia contenida pero argumentada, con un COB brillante como cuesta recordar. Ilusión lógica con un equipo que, por encima de la retahíla de victorias, convence por su juego atrevido, sólido y solvente. La clave del líder es grupal.

Juega siempre de tú a tú. Nunca agacha la cabeza, y es capaz de tener la confianza necesaria para esperar su momento y regresar siempre a la pelea sea cual sea el parcial encajado. Demoledor en los minutos buenos en ataque. Contundente hasta dejar grogui o k.o. a cualquier rival. También al Palencia. Antes a Burgos, Breogán o Melilla. Inaccesible para Huesca, Rincón o Rioja. 10 victorias en las 12 últimas jornadas. Ahí es nada.

Asusta pensar en lo que pueda llegar y de lo que se empieza a hablar. Sin competencia deportiva ni social cada fin de semana el poder ver día sí y día también a Real Madrid, Barcelona, Unicaja o Baskonia es una meta tan ilusionante como de alcanzarse obligatoria. Soporte publicitario incomparable para una provincia con mucho bueno que vender. Pero eso es en mayo. Si llega. En Lugo ya se han puesto manos a la obra. Allí no se duda. Si hay ascenso habrá ACB. En Ourense estoy convencido de que el paletismo de la envidia, la boina calada, el yo soy menos y el pesimismo tatuado ya se han acabado y toca pensar en positivo. Aunque luego aparezcan los cuatro malintencionados, 'abrazacausasperdidas' y demagogos por naturaleza que alcen la voz para asegurar que son todos los demás lo que van en dirección contraria y equivocada. Pero eso es mayo.

Ahora, el viernes, es Lleida. Un partido más en liga, uno menos hacia el ascenso. Porque toca pensar en eso, pensar a lo grande. Ilusionarse. Porque si el COB no lo consigue no pasará nada. Lo bonito de esta temporada es el trayecto. Una gozada paladearlo.

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