Opinión

Cien años de la reunión de Edimburgo

El lema que en este año orienta el Octavario de oración por la unidad de los cristianos nos recuerda las palabras del Resucitado a sus discípulos: ‘Vosotros sois testigos de todas estas cosas’ (Lc. 24,48). Con ellas Cristo les encomienda la tarea de dar testimonio público de todo lo que habían contemplado. El cristiano está llamado a proclamar la Buena Noticia del amor misericordioso a la humanidad, manifestado en los gestos y palabras de Jesucristo. Ya que éste es precisamente el núcleo del Evangelio. En este año 2010 se cumple el primer centenario de la Conferencia Misionera Mundial de Edimburgo, convocada por las Sociedades misioneras protestantes y anglicanas en 1910, para tratar de los grandes problemas que planteaba la acción misionera en el mundo. Las divisiones cristianas, proyectadas sobre el campo misionero, aparecieron a los delegados de Edimburgo como el supremo obstáculo para llevar a cabo la misión evangelizadora. La asamblea quedó impresionada ante aquella histórica acusación de un delegado del Extremo Oriente que dijo: ‘Nos habéis enviado misioneros que nos han hecho conocer a Jesucristo y os damos las gracias. Pero nos habéis traído vuestras divisiones y vuestras diferencias...’. La unidad es un don de Dios que cada comunidad cristiana ha de pedir con insistencia Cien años después, las Iglesias y comunidades cristianas han realizado un largo recorrido hacia la unidad visible de la única Iglesia de Jesucristo. Una senda que es necesario seguir recorriendo con un exquisito respeto a la libertad religiosa de las personas y a los derechos de las comunidades eclesiales. Ya S.Juan Bosco recomendaba a los misioneros salesianos que amaran y respetaran a las demás familias religiosas, presentes en los países de misiones.


‘A Dios rogando y con el mazo dando’, dice el refrán. En la tarea ecuménica, como en cualquier otra misión apostólica, cabe señalar dos momentos. Uno es el del propio esfuerzo, la parte que le corresponde a la persona humana como es el diálogo teológico, el estudio de las dificultades, colaboración a todos los niveles, etc.; todo ello en una línea de complementariedad, para dar paso al otro, que es el verdaderamente definitivo e insustituible, la acción de Dios, que debemos pedir insistentemente mediante la oración. La unidad es un don de Dios que cada comunidad cristiana ha de pedir con insistencia y de una forma especial del 18 al 25 de enero. Coincidiendo con el Octavario se celebrará en el Liceo a las ocho de la tarde la segunda Semana de Teología, desde el día 19 al 22 de enero, interviniendo el Arzobispo de Santiago, y los Obispos de MondoñedoFerrol y Lugo, así como el Canónigo Archivero de la Catedral de Ourense. El día 23 a las ocho de la tarde, en la Catedral, tendrá lugar la celebración de Vísperas y Eucaristía presidida por Mons. Luís Quinteiro Fiuza, para pedir por la unidad de los cristianos.


(*) Delegado de Ecumenismo y director del Instituto Teológico

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