Opinión

La iglesia, pueblo sacerdotal

En nuestra Diócesis, se viene celebrando la Santa Misa Crismal el Miércoles Santo por la tarde. Esta celebración es una espléndida manifestación de la Iglesia como pueblo sacerdotal. Hoy recordamos con profunda gratitud que, mediante la unción del Espíritu Santo, el Padre ha constituido a su Hijo como Pontífice de la Alianza nueva y eterna. Además, el Señor no sólo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, elige a hombres de este pueblo, para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión. Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención, presiden al pueblo santo en el amor, lo alimentan en la mesa de la Palabra y lo fortalecen con los sacramentos. El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo.
Con nuestro obispo, J. Leonardo Lemos Montanet, concelebra hoy la Santa Misa un grupo numeroso de sacerdotes provenientes de las distintas zonas de la Diócesis. En este clima de comunión sacerdotal, el prelado invita a los sacerdotes a renovar ante él y el pueblo santo las promesas sacerdotales y en la misma celebración consagra el santo Crisma y bendice el óleo de los catecúmenos y el óleo de los enfermos. Terminada esta solemne celebración, ya se pueden llevar a las parroquias y comunidades cristianas el santo Crisma y los nuevos óleos benditos, que se utilizarán durante el año en la celebración de los respectivos sacramentos.
El Crisma se utiliza para los sacramentos del bautismo, confirmación y orden sacerdotal. El Óleo de los Catecúmenos en el bautismo y el Óleo de los Enfermos en la Santa Unción.

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