Opinión

Las bienaventuranzas de hoy

El resumen del Antiguo Testamento son los Diez Mandamientos, el Decálogo o la Ley Mosaica, que con estos nombres puede denominarse. Y del Nuevo, son las Bienaventuranzas o el Sermón de la Montaña. Han sido infinitas las formas con que se han utilizado a lo largo de los siglos estas dos referencias. Hoy en día, incluso el papa Francisco utiliza y concretiza las Bienaventuranzas para el mundo actual:

“Benditos los empresarios que aprovechan los momentos más favorables de la economía, ahora que bajan los tipos de interés, no sólo para recoger beneficios sino también para crear puestos de trabajo, fomentar el empleo y permitir salarios justos, en estos tiempos de crisis y paro por culpa de a pandemia.

“Benditos los científicos e investigadores que sueñan con hacer más humano nuestro mundo y no sólo en acrecentar su fama y sus ingresos.

“Benditos los políticos que sirven a su pueblo con honradez, potencian la justicia y la equidad, la paz y la concordia entre los pueblos y no actúan con simples criterios partidistas.

“Bienaventurados nosotros si sabemos llenarnos cada día de Dios y repartirlo a manos llenas llevando una vida sencilla, religiosa y compartida”.

En realidad, todos los bautizados estamos llamados a llevar a la práctica el espíritu de las Bienaventuranzas en cada actividad de nuestras vidas. Ese debiera ser el plan a seguir por todos en el compromiso diario: tratar de llevar a la práctica las exigencias de nuestra fe.

En nuestro quehacer diario debiéramos reflexionar sobre las exigencias del bautismo que perfectamente recogen las Bienaventuranzas. Me pregunto muchas veces de qué nos examinamos al pasar un somero repaso a nuestro plan de vida. Porque una persona que es incapaz de tener un plan de vida debidamente estructurado está abocada al fracaso a todos los niveles: personal, profesional, social…

Estando sentado para escribir estas líneas, un amigo hacía un certero comentario a propósito de dos futbolistas ya fallecidos. Uno de ellos con una vida desordenada y moviéndose entre la droga y mil devaneos y el otro con una vida muy ordenada. El final fue bien distinto. Aquel, ni idea tenía de una vida ordenada y así acabo. El otro, en olor también de multitudes y cosechando más cariño y afecto con un espíritu sensible y organizado.

Por eso, y sobre todo ahora que comienza un nuevo año, a todos nos urge la organización de nuestras vidas y quehaceres diarios que para los creyentes debiera estar marcado por las pautas que señalan la bienaventuranzas. Las personas grandes llegaron a la cima siempre después de seguir un plan en sus vidas y marcar un estilo necesario para la vida diaria.

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