Opinión

Los colegios religiosos

Todos aquellos que nos hemos formado en colegios religiosos vemos cómo se están viniendo abajo con irremediable dolor muchas de aquellas instituciones que crearon la educación de una ciudad. Se construyeron con esfuerzo edificios que hoy forman parte entrañable de la ciudad. El que hicieron, por ejemplo, tres grandes arquitectos al llevar adelante la obra del colegio Maristas en la calle Bedoya, el Seminario Mayor en Vistahermosa o la imaginación de José Saburido en el colegio salesiano.

Con profunda pena observamos cómo ha ido disminuyendo el personal religioso que dirigía estos centros. Muy triste. Cierto que las congregaciones propietarias han elegido con mucho tino a personas adictas a la obra, que tratan de conservar el carisma y nos consta este esfuerzo, aun cuando en algunos casos da la impresión de que el ideario y sistema seguido en la actualidad dista mucho del deseo e impulso que algunos antecesores le dieron. Vamos a ser muy claros: la impronta e ideario de cada un ellos tiene su singularidad y es misión de quienes hoy los rigen conservar, incrementar y cuidar aquellas esencias.

Es interesante recordar la serie de personajes que intervinieron en todo el proceso de construcción. Los obispos Florencio Cerviño, Eustaquio Ilundain y diversos arquitectos como Mariano Rodríguez Sanz y el mismo José Saburido. Era un momento en el que intervenían en la construcción del hoy 12 de Octubre, el Blanco Amor y alguna otra institución educativa.

Todo ese empeño y lucha por la creación de estos centros sería lamentable que hoy se viniese abajo. Las diversas instituciones que hoy en día las rigen están llamadas a poner de su parte todo para que siga adelante. El descenso de vocaciones en la parte religiosa es el mayor hándicap, que esperemos sea subsanado para que estos grandes edificios sigan sirviendo a la misión para la que fueron levantados.

Porque es muy lamentable el espectáculo que contemplamos viendo año tras año cómo los religiosos van abandonando las casas religiosas en las que desarrollaron su apostolado en nuestra ciudad y provincia. El servicio que durante años han prestado nunca podrá olvidarse por bien de todos; sigue siendo necesario y por ello la urgencia en seguir reclamándolo.

Sin duda alguna, la marcha de las Hermanitas del Asilo do Carballiño y de las Carmelitas descalzas de Vistahermosa son la voz de alarma, a la que se une la falta de personal religioso en los colegios de toda la diócesis.

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