Opinión

El corazón de aquel nieto

Te llegan y te comentan hechos, anécdotas muy dignas para ser reflexionadas. Como aquel de un hijo que ya tenía su padre de avanzada edad y al que se le ocurrió que comiese en la cocina para no molestar cuando comía y se manchaba en la mesa. Allí se instaló el abuelo marginado en hora tan importante como es la comida. Un buen día, cuando regresa el hijo del trabajo, se encuentra a su hijo, nieto de aquel abuelo, todo atareado haciendo una mesa en su cuarto. Al preguntarle el padre qué estaba haciendo, la respuesta del niño fue contundente: "Papa, te estoy haciendo una mesa para que cuando seas viejo comas en ella en la cocina como ahora el abuelo..." Posiblemente habría que acabar aquí estas líneas porque cada uno puede sacar su comentario, posiblemente unánime.

Me consta que hay casos dolorosos con demencia senil, alzhéimer y otras dolencias que causan dolor, pero nunca rechazo hacia quienes nos criaron con tanto sacrificio muchas veces. Puedo hablar en primera persona y bien sé que es muy duro, pero nunca hasta el extremo de ese rechazo. Porque siempre te lo pagan o con un malhumor comprensible o con esa sonrisa que queda en nuestras pupilas para siempre. La familia reunida en torno a una mesa para comer o cenar es ese nido de amor que nunca, ni la televisión ni nada debe interrumpir. Si carecemos de esos momentos de convivencia y "partilha", como dicen los portugueses, estamos minando las esencias mismas de la sociedad que siempre caminará -eso creo- al ritmo que le marque la familia.

Si nos tomamos la molestia de ver la historia comprobaremos que cuando la familia ha sido sólida con sus valores, la sociedad anduvo bien, y cuando ésta se disgrega, la sociedad pierde gran parte del control. Y en esa entidad familiar los abuelos son un elemento único importante porque su experiencia y consejo son insustituibles. ¡Nunca la jubilación y los años debieran convertirlos en elementos de deshecho!

Por último, queda la gran misión de los padres de educar a sus hijos para que amen, cuiden y mimen a sus abuelos, salvo que el día de mañana sufran en sus carnes lo que tratan de hacer sufrir a los ancianos de hoy. Porque está claro, al menos para mí. Si hoy sembramos tomates, el día de mañana nunca recogeremos pimientos... Decía recientemente el profesor y escritor Leopoldo Abadía que "existen valores fundamentales que permanecen inmutables a la hora de educar, como la sinceridad, la bondad, la honradez y la lealtad". El ejemplo con el que comenzamos estas líneas es contundente.

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