Opinión

Ya lo decía Horacio

Vivimos una época de grandes crispaciones sociales, de bruscos encontronazos, de manifestaciones callejeras por doquier que están perturbando la paz social. La crisis, los recortes, el paro, están creando situaciones de violencia desmedida. Posiblemente habríamos de remontarnos a muchas décadas atrás para observar situaciones como las que vemos cada día en nuestras calles. Incluso en el Parlamento, olvidando el consenso y el diálogo por parte de unos y otros. Faltan hombres de Estado y es necesaria una vuelta a la concordia de la que hablaba Suárez si queremos que esto funcione, pues de lo contrario podemos a acabar mal.

Falta la cordura y entendimiento de las grandes miras y de los grandes pactos. Porque aquí parece que cada uno va a lo suyo y lo único que interesa es el escaño, ganar las elecciones, obtener votos aunque para ello en la calle se ponga en entredicho la misma esencia del Estado con un total desequilibrio. Llevamos años esperando a que salgan de la universidad elementos nuevos con ideas frescas y capacidad de sacrificio por el pueblo. Sobran intereses partidistas y personales, luchas fratricidas y es necesario marginar problemas secundarios yendo a lo fundamental. Cuando se ven los temas que se están tratando en el Parlamento y en la calle, uno se pregunta si resueltos esos se resolvería el problema de la nación, desaparecería el paro y caminaríamos hacia una sociedad sin sobresaltos y feliz, que es lo que desea la inmensa mayoría.

Hace dos mil años Protágoras decía que el hombre es la medida de todas las cosas. Y es una verdad muy cierta al contemplar los excesos actuales. Por eso viene a mi memoria la célebre frase de Horacio (poeta latino, 65-8 a.C.): “Est modus in rebus: sunt certi denique fines, quos ultra citraque nequit consistere rectum” (combatía los excesos, la mediocridad y hablaba siembre de que la virtud y lo correcto está en el medio). Cuando miramos a nuestro entorno siguiendo a estos dos personajes, vemos que los puntos de vista son siempre diferentes. La música, el arte, la ciencia, la cultura, producen sentimientos diferentes en cada uno de nosotros, y así hay personas apasionadas por cualquiera de estos campos. Y de aquí que sea preciso comprender esos sentimientos ajenos que muchas veces son tan diferentes a los nuestros. Es necesario el equilibrio para poner cada problema en su justo punto y juzgarlo teniendo en cuenta esas distintas perspectivas. Hace falta equilibrio, sabiduría y normalidad. Lo mismo en la política. Es necesaria esa mesura que hoy parece brillar por su ausencia. Por ello bien proponía Horacio, frente al aura de la mediocridad, la preciosa vía intermedia.

Ninguna institución, y la política es una de ellas, puede progresar y tener futuro cuando se va por la vida dando palos al contrario. Por eso es el diálogo la norma que debiera guiar y orientar las más diversas ideologías. Entre los humanos, si queremos ser tales, las cosas se solucionan hablando, con voluntad de entendimiento y predisposición a admitir que las percepciones de los otros tienen, cuando menos, tanto valor como las nuestras, tanto futuro como las que a lo mejor de manera encarnizada tratamos de defender a ultranza. Lo demás conduce al fracaso.

Esas maneras encrespadas que algunos se empeñan en trasmitir lo único que consiguen es llevarnos a enfrentamientos que nunca sabemos a donde pueden llegar, a dictaduras crueles de cualquier signo, o a luchas fratricidas que todos en nuestro sano juicio deploramos. Este, creo yo, es el problema que acucia a esta sociedad occidental y supuestamente democrática.

Te puede interesar