Opinión

El ejemplo de Caná

Hace dos domingos, el día del Bautismo de Jesús, hablábamos de las exigencias bautismales y aludíamos a las Bodas de Caná. Volvemos hoy al tema porque quienes me conocen bien saben que tengo especial predilección por ese pasaje bíblico. Un capítulo evangélico que, a mi modo de ver, carece de desperdicio. Son muchas sus enseñanzas. Posiblemente todos nos lo sabemos de memoria pero acaso reflexionamos poco en el fondo de aquel evento.

Se celebraba una boda en Caná de Galilea. Parece que algunos estaban allí desde una semana antes hospedados, entre los que se hallaba Jesús. A mitad de la fiesta, María avisa a Jesús de que se acaba el vino. Esas son las Tinajas de la Ley, solo se usan para rituales y estaban vacías y secas. El capataz de cocineros probó un sorbo. “¡Qué buen cuerpo tiene este vino! ¿Por qué no lo habrán servido antes?” 

El Evangelio de las bodas de Caná va bien para la liturgia de Año Nuevo. Recordamos la riqueza simbólica de esa perícopa joannea (Jn 2, 1-11) sobre Jesús, vino nuevo y la alianza de la nueva espiritualidad, en vez de la religiosidad avinagrada. Este pasaje (Jn 2, 1-11) se podría titular “Investidura de Jesús, esposo de nueva espiritualidad”.

El vino nuevo, abundante y gratuito es el prototipo de todos los signos reveladores que inundan el cuarto evangelio con agua nueva, vida nueva, mandamiento nuevo, comunidad nueva. No se trata de un milagro de conversión mágica de agua en vino, sino de un relato simbólico de la boda nueva, de la nueva alianza entre el novio divino y la comunidad universal.

A María (figura femenina en paralelo con la masculina de Natanael) se la trata como mujer y esposa, porque representa, como explican los exegetas. Las tinajas de piedra, sigue diciendo Juan Mateos, “en el centro de la narración, representan la Ley, que presenta a un Dios susceptible que rompe por cualquier motivo su relación con la humanidad (impureza) No contienen agua (las llenarán por orden de Jesús), su promesa de purificación y la llenaron ‘hasta arriba”, 

Pieza clave de la trama son estas tinajas vacías, como vacía, hueca, seca y estéril era la situación a que había llegado la institución y el sistema heredado de la antigua alianza. No viene Jesús a negar la Alianza antigua, sino a dar vida de nuevo a la Alianza resucitada. Pero el vino nuevo se conservará en odres nuevos (Mt 9, 17) y se servirá en copas nuevas. Las tinajas rituales vacías y la institución necrosada ya no valen para conservarlo ni para servirlo.

Al celebrar la Epifanía de la Vida en este Año brindamos para que el vino nuevo de Jesús vivifique a la comunidad con la alegría del Evangelio y asegure la reforma de Francisco.

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