Opinión

El humor

Recientemente el papa Francisco ha recibido a la dirección de la Universidad de Deusto y les ha hablado claramente del humor. El papa envía un mensaje a los estudiantes a través de Juan José Etxebarría: “No pierdan el humor, por favor”. Francisco anima al rector de Deusto a mantener la alegría en los jóvenes. El rector, Juan José Etxebarria, y el decano de la Facultad de Teología, Francisco José Ruiz Pérez, fueron recibidos en una audiencia privada aprovechando el viaje a Roma para una visita oficial a la Congregación para la Cultura y la Educación.

En el encuentro, según ha informado la Universidad de Deusto, el rector preguntó a Francisco qué mensaje transmitiría a la juventud, y la respuesta del papa fue “que no pierdan la alegría”, animando a conseguir que los jóvenes estudiantes “no pierdan la alegría ni el humor. No pierdan el humor, por favor, porque la tristeza es una neblina del alma que no conduce a nada”.

Estas palabras del papa son muy certeras. La tristeza es la raíz de todos los males. Con una persona alegre y optimista uno puede caminar sin miedo hasta donde quiera. 

En este tiempo de Pascua, sobre todo, la actitud de los creyentes debe ser la tónica común dentro y fuera del templo. El estilo de vida de los bautizados es ese aleluya pascual que celebramos en la vigilia del Sábado Santo pero que debe contagiarse durante todo el año en la vida de los creyentes.

Supongo que todos saben aquello de que un cristiano triste es un tristísimo cristiano. Por eso es deprimente cuando uno va a un templo y ve a algunos que dicen estar rezando pero con una tristeza en sus rostros que para nada ayuda. Esa postura nunca puede ser la verdadera. Los grandes santos son personas que transmiten su fe en medio de esa sonrisa en los rostros. Porque tenemos que recordar que la fe cristiana no es de muertos sino de vivos, que son capaces de transmitir esa vida.

Bien creo que las palabras de Francisco a los jesuitas de Deusto son de lo más logrado y el estilo a imitar. Las lágrimas, la tristeza y las caras largas nunca pueden ser reflejo de una verdadera fe. Sería un contrasentido decir que profesamos la fe en el Resucitado pero de una manera triste y con rostros cabizbajos. Si en algo debieran distinguirse los cristianos es precisamente en la alegría.

Yo lo aprendí de mi santo fundador, Don Bosco, que copiando al patrón san Francisco de Sales hacía consistir la santidad en estar siempre alegres. Y san Pablo a los Corintios lo repite varias veces: “Alegraos, os lo repito, que vuestra modestia la noten todos en la alegría”. Precisamente si tenemos una nota dominante la familia salesiana es la alegría. Don Bosco la llamaba la sociedad de la alegría.

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