Opinión

En las esencias de la ciudad

Durante estos primeros días de setiembre la piedad mariana está presente en toda la diócesis. Se lleva el primer lugar, sin duda alguna, la Virgen de Los Milagros en la cumbre del monte Medo pero son incontables los lugares como Ribadavia, Castro Caldelas o Verín y muchos otros que honran a la Virgen.

La capital se suma a este fervor popular con la Virgen de Los Remedios que, junto al Puente Viejo, forma parte de las esencias más entrañables de la ciudad de las Burgas. Tras el lamentable incendio que la calcinó, poco a poco va recuperando en primer lugar el recinto cada día más acogedor, y los fieles allí acuden en la certeza, como reiteradamente cantan, que “En María encontraremos el remedio que esperamos…”

Así lo han resaltado los grandes personajes de este entrañable Ourense. Decía Vicente Risco: “Esta capilla es donde, entrando en Ourense por el Puente Mayor hay que quitarse el sombrero y rezar una salve. Ahí está la ventanita desde la cual, en cualquier hora, se puede uno acercar a hacer una novena. Ahí está la capilla que durará lo que dure Ourense”.

Y el Patriarca de las Letras gallegas, el gran señor de Trasalba, Don Ramón Otero Pedrayo, habla de esta capilla con gran cariño. Recoge, entre otros datos lo que sigue: “Existe el acta y escritura de consagración fechada en Orense a 9 de diciembre de 1525 y la consagró el reverendo y magnifico señor don Fray Fernando Obispo de Orense en forma y manera de iglesia. Han concedido indulgencias numerosos prelados orensanos reflejando el sentar del pueblo que ama intensamente y tiene  a esta advocación como la primera de la ciudad.”

También Alfredo Cid Rumbao define así el recinto sagrado: “La edificación no carece de gracia por su elegante portada de medio punto ya libre de excesos platerescos por ser, sin duda la segunda fecha, por el sepulcro rehecho en 1873, de Alonso Méndez Montoto, con su estatua orante e incluso por el aparejo sin cuadrar de la nave, y por los tragaluces del último gótico, que subsisten en el ábside. Está coronado este santuario de la última etapa renacentista, por una popular espadaña y presidido en la fachada por una imagen pétrea barroca de la Sanísima Virgen”.

Ahí sigue en el antiguo “Campo del desafío”. Más tarde Campo de la Feria y hoy recinto deportivo. Lugar, como se ve, entrañable para los ourensanos de siempre que bien merecería, y lo pedimos una vez más, que su entorno, destrozado con el paso del tiempo y con lamentables decisiones urbanísticas, tuviese el esplendor que la historia reclaman, los fieles piden y la ciudad lo necesita. Forma parte este conjunto de las mismas tradiciones más entrañables de una ciudad que siempre miró hacia allí con cariño, devoción y respeto como recordaba Vicente Risco.

La visita, que sobre todo en estos días de la novena, renuevan tantos ourensanos exige una mayor sensibilidad hacia ese entorno tan desfigurado con el paso de los años.

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