Opinión

Una fecha para meditar

Con gran solemnidad se celebra el 13 de junio la fiesta del santo más popular, el más socorrido del mundo y aquel más invocado en todas partes. Los infinitos lugares de culto que posee son un síntoma claro de la gran devoción que todos los fieles le tienen a este santo, portugués lejos de ser italiano. Es el santo que fue canonizado más brevemente tras su muerte.

San Antonio tenía primero el nombre de Fernando de Bulhôes, y nació en el barrio más señero de Lisboa, en Alfama (15/08/1195) donde hasta las piedras rezuman el fado, y falleció en Padua (13/06/1231) donde descansan sus restos, siendo beatificado el 30/05/1232. Una mente privilegiada. San Francisco de Asís es el fundador de los franciscanos, pero los grandes teólogos son san Antonio y san Buenaventura

Injustamente es llamado “de Padua” cuando poco tiempo vivió allí. Comenzó estudiando en la Catedral lisboeta (su casa está justo al lado). Más tarde fue a estudiar a Coímbra con los agustinos y estando allí unos franciscanos lo llevaban para misiones. El barco naufragó y fue a dar a Italia y desde allí iba a dar clases a París. Es, por lo tanto, portugués. Un gran predicador de quien se conservan varios tomos con sus sermones.

La noche del 12 de junio, Lisboa lo celebra con grandísima alegría y folclore. La ciudad se vuelca en la avenida de la Libertad y en Alfama, donde en la Catedral se celebran las llamadas bodas de santo Antonio. Aquí, en Ourense, de igual modo tanto en el convento franciscano como ante su bellísima imagen que se conserva en la Catedral. El papa Gregorio IX le llamaba “el Arca del Testamento”.

Pero en este día 15 quiero aprovechar para recordar una vez más a un personaje único del clero ourensano. Hoy, 15 de junio, se cumplen 60 años del fallecimiento de don Rogelio Vázquez Ascariz, que fue canónigo penitenciario y profesor en el Seminario de Ourense. También estuvo como superior en la Universidad de Comillas en Santander. Para muchos, murió con fama de verdadero santo. Confieso que llevo siempre conmigo su foto y una reliquia.

Son varios los testimonios que acreditan hechos prodigiosos. Murió del corazón en los brazos de nuestra tan recordada sor Luisa Saiz Armendáriz, en su casa de la calle Ervedelo. En el momento de su muerte, el obispo Temiño, de quien era su confesor, estaba celebrando misa en el Seminario y allí mismo le dieron la noticia. Un médico ya fallecido, José Sueiro, estaba convencido de la “milagrosa” curación de un dedo de sor Luisa. Y Pedro Arcas se fue al otro mundo creyendo que su curación cardiaca era por intercesión de don Rogelio. Personalmente le tengo gran devoción a la espera de que la diócesis y el cabildo del que formaba parte se muevan para su beatificación.

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