Opinión

Juzgar por apariencias

Nos encontramos en este mes de marzo en plena Cuaresma de la Iglesia y además girando en torno al Seminario. Temas que se agolpan. Y encima Francisco ya se encarga, en certeras intervenciones, de darnos materia suficiente. Nunca se podrá criticar al actual papa por no estar "al loro" de las inquietudes y problemas humanos. En una de sus ya célebres misas matinales en su residencia de Santa Marta, en enero, habló de los que juzgan por apariencias e insisten continuamente, mirando atrás, en lo pasados errores del prójimo. Un error que ataca la convivencia, enturbia las relaciones sociales y hunde tantas veces a las personas.

En el actual Jubileo bien sería recordar las catorce Obras de Misericordia. Dentro de las siete espirituales hay dos que abordan este tema: la 4ª habla de "perdonar las ofensas" y la 6ª de "sufrir con paciencia los defectos del prójimo". Porque, y son ahora palabras del papa: "No hay ningún Santo sin pasado, y tampoco un pecador sin futuro". Olvidar esto acarrea los conflictos interminables e introduce en una espiral de inútiles y nefastas críticas. Y menos aún recubriendo cínicamente las críticas con cierto fingimiento de piedad. "Nunca hay que usar a Dios para vencer una causa propia", porque "Dios no se detiene ante las apariencias, sino que ve con el corazón", dijo en otro momento el Santo Padre.

Y para llegar a esta reflexión tocó un tema que a mí en clases hace muchos años me costó un gran disgusto. Una madre que me denunciaba porque había dicho en clase que el Rey David y San Pablo y San Pedro habían tenido pecados. ¡Le costó entenderlo a la buena señora! Oiga, buena madre, mire lo que el papa dice: “En la vida de los Santos hay tentaciones y pecados, como muestra precisamente la vida de David”. Cuando Dios elige ignora los criterios humanos. David era el más joven de los hijos de José, era un chiquillo. Pero el Señor hace comprender al profeta Samuel que para Él las apariencias no cuentan. "El Señor ve con el corazón".

Reflexionando en la elección del joven David como rey de Israel, el Romano Pontífice destacó que también fue rechazado Saúl "porque tenía el corazón cerrado, no había obedecido al Señor" y piensa elegir a otro rey, recordó el papa, con el primer Libro de Samuel. "El Santo Rey David era un gran pecador, pero se arrepintió"; y señaló que le conmueve esta vida que nos ayuda a pensar en la nuestra.

Buen tema tanto para la Cuaresma como para la campaña del Seminario. Al ver esta historia viene a mi memoria una anécdota que cuenta D. Perfecto González Sulleiro que fue muchos años rector. Abandonó el seminario un joven y le preguntó a la madre que si tenía más hijos. Ante la respuesta afirmativa el rector le dijo: "Tráigame a otro". "Pero es más pequeño", le dijo la buena señora. "Es igual tráigalo", le contestó D. Perfecto. Lo trajo y hoy es sacerdote. La historia se repite.

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