Opinión

La alegría

Tanto en medio de la penitencia cuaresmal como en la mitad del tiempo de esperanza que es el Adviento, la Iglesia coloca un domingo para la alegría. Algo, la alegría, que debiera ser el santo y seña de los bautizados. Y sobre el tema ha hablado el papa Francisco: “El camino de la alegría no es fácil, no es un paseo, pero seguir a Juan el Bautista es el ejemplo porque la alegría, en definitiva, es orientar a las personas hacia Jesús, no hacia uno mismo”. Y aprovechó para censurar “a aquellos que tienen cara fúnebre y entristecida”. Y aún más: “¿Soy una persona alegre, que sabe transmitir la alegría de ser cristiano? ¿O no tengo la alegría de la fe? Los demás pueden decir: si la fe es tan triste, tal vez es mejor no tenerla”.

Porque además, san Pablo, en la carta a los Filipenses  afirma que el secreto de la auténtica alegría y libertad es algo que brota del interior y nunca de las pasajeras circunstancias. Vivimos en una cultura que inventa de todo para divertirse, ofreciéndolo de mil maneras por todas partes. Pero la alegría del cristiano es algo más profundo sin venderse por nada. Benedicto XVI, en su libro sobre la infancia de Jesús, nos dice que “la alegría es el don propio del Espíritu Santo, como el verdadero don del Redentor”.

En el pasaje evangélico de aquel Joven Rico que se acercó a Jesús, cumplía los Mandamientos pero era prisionero de las riquezas y se fue triste porque era esclavo de su bienestar. Un cristiano con un corazón triste nunca será buen cristiano. El papa vincula la alegría con la paz cuando afirma: “Ser hombre y mujer de alegría significa ser hombre y mujer de paz”.  “ Y la alegría-dice el papa- no es ser divertido, no, no es eso, es otra cosa. Porque la alegría cristiana es la paz, la paz que hay en las raíces, la paz del corazón”. 

“Nosotros -sigue diciendo Francisco- vivimos en una cultura no alegre, una cultura donde se inventan tantas cosas para divertirse, para pasarlo bien. Pero esto no es la alegría porque la alegría no es una cosa que se compra en el mercado: es un don del Espíritu. ¿Cómo es mi corazón? ¿Es pacífico, es gozoso? No se puede ser un cristiano oscuro, triste, como ese joven que ante estas palabras oscureció el rostro, se fue entristecido. Ciertamente no era cristiano: quería estar cerca de Jesús pero eligió la seguridad propia y no aquella que da Jesús”.

Intervenciones del papa como esta que comentamos revelan lo cercano que está a la realidad de hoy en día por mucho que algunos le critiquen. Y ésta sobre la alegría, si la leemos entera, carece de desperdicio basándose en pasajes bíblicos y en el sentir de la gente de hoy en día. Lo que sería necesario es que se le escuche y siga. Sus fuerzas físicas cada día están más mermadas pero su energía nunca le abandona.

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