Opinión

Los dos Lázaros

Muchas veces en este día hemos tratado el tema. Aparecen en el Evangelio dos figuras. Una es la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, propia y exclusiva de san Lucas (16, 19-31) que la pone en labios de Jesús. Una historia de dos hombres y el destino de cada uno de ellos: el pobre Lázaro, lleno de llagas y sin socorro, es llevado luego de su muerte al seno de Abraham, en tanto que el rico, que viste de púrpura y lino fino y banquetea cada día, sufre tormentos luego de ser sepultado. Una párabola, algo inventado e irreal.

Es la única de las parábolas que contiene un nombre propio: el del pobre Lázaro. Aunque en el texto bíblico no se explícita directamente, se asoció al “pobre Lázaro” con un enfermo de lepra y se lo representa acompañado por perros que le lamen las llagas. 

El otro Lázaro, hermano de Marta y María, es un hecho real. Era un amigo de Jesús al que fue a visitar en la enfermedad y muerte (Jn.11:1-2-23) vivían en Betania. María fue la que derramó perfume en los pies de Jesús y luego los secó con sus cabellos. Un día, Lázaro se enfermó y sus hermanas le mandaron este mensaje a Jesús: “Señor, tu querido amigo Lázaro está enfermo”. Cuando Jesús recibió el mensaje, dijo: “Esta enfermedad no terminará en muerte. Servirá para mostrar el poder de Dios. Nuestro amigo Lázaro está dormido, y yo voy a despertarlo. Los discípulos le dijeron: ‘Señor, si Lázaro está dormido, ¿para qué te preocupas?”.

 Lo que Jesús quería darles a entender era que Lázaro había muerto, pero los discípulos entendieron que estaba descansando. Por eso Jesús les explicó: “Lázaro ha muerto, y me alegro de no haber estado allí, porque ahora tendréis oportunidad de confiar en mí”. Cuando Jesús llegó a Betania, se enteró de que habían sepultado a Lázaro cuatro días antes. Al enterarse Marta de que Jesús había llegado, salió a recibirlo, y María se quedó en la casa. Entonces Marta le dijo a Jesús: “Señor, si tú hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero a pesar de todo lo que ha pasado, Dios hará lo que tú le pidas. De eso estoy segura”. Jesús le contestó: “Tu hermano resucitará”.

Justo en este domingo se lee el Evangelio que relata este hecho real. ¿Es lógico que se confunda con el de la parábola en este día? Esto debiera explicarse al pueblo fiel cuando en algunos sitios se celebra por todo lo alto la fiesta en honor del Lázaro de la parábola que nunca existió en realidad. Purificar la fe también ayuda a creer más y mejor. Y lamentamos que algunos se empeñen e insistan en esta confusión que es, creo yo, muy grave. Recuerdo como mi obispo Temiño se enfadaba al ver esa fiesta y solía decir que trató en su largo pontificado de aclarar el equívoco pero le fue imposible.

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