Opinión

Los pastores

En este tiempo de Pascua se recuerda en la liturgia católica la figura del Buen Pastor. Con tal motivo son muchas las parroquias que honran y celebran la fiesta del Pastor homenajeando al sacerdote que es el pastor de aquella feligresía. Es una muestra más que los bien nacidos sean agradecidos para con quien trata de gastarse y desgastarse por ellos. El pasado domingo celebrábamos el día del Buen Pastor.

¿Qué los curas tenemos defectos y pecados? Sin duda alguna porque también somos humanos, de carne y hueso. Eso es indudable y lo sabemos por experiencia.

Pero en primer lugar la eficacia de los sacramentos para nada depende de la santidad del ministro porque cuando bautiza, consagra, absuelve o realiza cualquier sacramento es el mismo Cristo, ministro principal de los sacramentos, quien realiza todas esas acciones sacramentales. El sacerdote hace sus veces y, desgraciadamente, a veces también con sus faltas y yerros e incluso pecados. Nos confesamos como cualquier bautizado. También el Papa se confesa frecuentemente.

Con todo sería necesario llamar la atención sobre las críticas, a veces injustas, que hacen algunos. Frecuentemente se hace hincapié en los fallos soslayando las infinitas obras buenas que realizan los párrocos. En este tiempo de escasez vocacional es muy difícil encontrar un sacerdote con una sola parroquia. Hasta doce tienen algunos y muchas veces viviendo en caserones inhóspitos. Hoy suele ser la casa rectoral la que menos comodidades tiene en el pueblo y el sacerdote el que más equilibrios económicos realiza. Se ignoran las obras de caridad que hace porque ni lo cuenta a nadie.

Esto debe saberse. La Iglesia económicamente vive modestamente. Es rica en dos aspectos: en la grandeza espiritual y en el numeroso patrimonio que posee. Esto de manera sibilina se oculta o se pasa por alto mientras se magnifican los defectos. Los sacerdotes de esta diócesis tan rural, muchos de ellos solos y perdidos en lugares remotos tienen un gran mérito. 

Antes tenían los célebres diestros o fincas que venían la mayoría de la Casa de Alba o de otros nobles con derecho de presentación. Pero hoy son una verdadera lacra insostenible. El mundo ha cambiado y lejos de ser una fuente de ingreso hoy, junto con las antiguas rectorales son una pesada carga insostenible. Esta actual situación requiere, por parte del pueblo, una cercanía tan necesaria y una ayuda que les alivie en lo posible su soledad que es mucha. 

La comprensión para con el clero rural y el reconocimiento a su labor e ingente sacrificio serían ese bálsamo que nunca piden pero que objetivamente necesitan para ser pastores fieles y solícitos. También tienen derecho a tener a veces un humor bajo mínimos porque las circunstancias ni siempre son óptimas.

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