Opinión

Los milagros en las esencias de esta Tierra

Recuerdo muy bien aquel día memorable en el que, en la explanada del primer santuario mariano gallego, un hijo de esta tierra, de aquella tierra que rodea al Medo, coronaba, junto con el obispo diocesano, a la primera de las mujeres de esta diócesis: la Virgen de Los Milagros. Y tengo en mi memoria toda la ceremonia vivida con emoción y en muchos, con lágrimas en los ojos.

El cardenal Quiroga y el obispo Temiño presidían la ceremonia y el purpurado, grande en todo, pronunció una homilía que tuve el gusto de aprenderme prácticamente de memoria. Comenzó diciendo, con las mejillas humedecidas: "En el ejercicio del sagrado ministerio hay emociones, en la vida del sacerdote, que se sensibilizan con un nudo que oprime la garganta y que hace temblar la voz. Este es mi caso de hoy". Reflejaba el sentir que el pueblo fiel ourensano tiene hacia la reina del Monte Medo. ¿Cuántos ourensanos nunca han ido en su vida al menos una vez al santuario? Bien creo que muy pocos. Mi familia todos los años allá iban caminando desde A Ponte y de igual modo muchos creyentes de ferviente fe y también los que, por momentos, parecen haberla perdido. Porque se podrá ser lo que se sea, de la ideología que fuere, pero incluso anónimamente, tienen un momento, sobre todo en los primeros días de setiembre, para acercarse hasta allí.

Y todo ello, volviendo a quien había sido párroco de Santo Domingo y rector del Gran Poder de Valladolid, porque hay esencias en la fe que nunca se borran. Es célebre la anécdota tras la muerte de la madre de Don Fernando Quiroga Palacios. Fallecía en Maceda y, con el cuerpo aún caliente, su padre, aquel buen guardia civil, abre la ventana de su casa y señalando la cima del monte le dice: "Fernando, dende agora a tua Nai está alí". Una frase que, ya sea para los que aún gozan de madre en la tierra, o para cuantos la tenemos allá en el cielo, refleja la profundidad de la fe, la esperanza de los sentimientos y el consuelo para nuestras vidas. "Dende agora a tua Nai está alí". Lo sabemos bien los ourensanos y cuantos, desde tierras lejanas, acudimos a ese privilegiado lugar. Por eso vamos, por eso le rezamos y por eso acudimos a Ella en busca de la ayuda siempre tan necesaria.

En varias memorables ocasiones la imagen ha visitado Ourense. En los años cincuenta le hicieron coro las diversas advocaciones marianas de la diócesis, y la ciudad se llenó de fervor, vistió sus mejores galas y salió en masa a las calles para congregarse en la Alameda, donde el entonces canónigo Lectoral, Miguel Mostaza, se quedó ronco en su intento de recoger el sentir popular.

Nuevamente, al cumplirse los cincuenta años de la coronación, y en el Año Jubilar Mariano convocado certeramente por el obispo, vuelve a la ciudad mañana, que tendrá la ocasión única de acogerla, vitorearla y sobre tondo honrarla. Nos devuelve la visita que durante el año tantos le hacemos. Llega la Madre que Cristo nos dio como tal en el solemne momento del Calvario representados en San Juan. Ella que es Madre de Dios desde el instante de la Encarnación. Es de esperar que esta visita tenga los honores que merece, y, para ello, con esmero se ha preparado el evento con todo el cariño y la ilusión. Porque en esta tierra se puede ser devoto de Los Remedios, El Portal, Viso, Clamadoira, Costria, Amparo de Carracedo, Maravillas, María Auxiliadora, Saleta, Xuvencos, a Guía, ¡¡¡O Cristal!!... y muchas más. Pero lo que tengo muy cierto es que Los Milagros engloba la piedad popular y la devoción a todas ellas porque nace y ocupa ese lugar de privilegio en el corazón de todos los ourensanos.

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