Opinión

Con los ojos abiertos

Sigue siendo cierto que una imagen vale más que mil palabras y aún podemos añadir que si fuésemos capaces de tener los ojos bien abiertos podríamos llegar a la conclusión de que todo lo que nos rodea es una perfecta enseñanza. Por eso tengo mis dudas sobre las razones de algunos ateos que se niegan a descubrir a la mano que guía y lleva adelante a este “juguete” que es el mundo. Todo nos lleva a ese Creador o, como decía un alumno con mucha certeza, está bien lo del Big Bang pero, se preguntaba “¿quién dio la luz e impulsó los pormenores de esta teoría?”

Los hechos y los acontecimientos de todo tipo nos conducen, si somos realmente objetivos, a descubrir esa mano que enciende la luz. Son incontables los momentos y los hechos. El orden de la naturaleza, la sonrisa inocente de unos niños, el amor desinteresado y sincero de unos esposos, el orden perfecto de tantas cosas… Ya Tomás de Aquino, en sus cinco vías, hace un certero recorrido por las distintas formas que, según él, nos conducen a descubrir a ese motor inmóvil, esa causa increada o causa de las causas, la bondad infinita y una serie de elementos que nos llevan al Ser Supremo. 

Ya hace de esto muchas décadas, el francés promotor del movimiento del Prado hizo público un interesante artículo en el que exponía las distintas formas y elementos para descubrir al Creador. Y enumeraba una serie, comenzando por la naturaleza, la comunidad, la sonrisa de un niño, la Palabra de Dios y la Eucaristía, entre otros muchos momentos.

Cuando me vienen a visitar a Lisboa algunos amigos españoles les llevo siempre al Cabo da Roca, que es el punto más occidental del continente europeo. Sin lugar a dudas, la puesta de sol en aquel encantador lugar es única. Cuando al caer de la tarde el sol parece bañarse y ocultarse en el mar. ¡Imagen única! Porque además se dice que Lisboa es la ciudad de la luz y así es, ya que el mismo amanecer es único. Toda esta serie de elementos de la naturaleza, según muchos, nos llevan a pensar en la mente que todo lo maneja.

El Argumento Ontológico de san Anselmo, basado en un texto bíblico, cada día tiene más vigencia. Si pensamos en Dios tiene que existir porque nunca podremos imaginar algo que no exista. Si imaginamos un balón cuadrado eso nunca sería un balón, sería un cubo.

De aquí que debiéramos ver sin prejuicios todo lo que nos rodea. Incluso la vida de los animales y su comportamiento, que en muchas ocasiones nos sorprende. Aquellos pollitos, por ejemplo, que nada más salir de la cáscara del huevo van derechos a beber o comer sin que nadie se lo haya enseñado antes; o las abejas, capaces de construir los panales con una precisión mayor que las que confeccionan los técnicos con las nuevas tecnologías. Toda una serie de cosas humanamente inexplicables.

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