Opinión

Dos patronos de Lisboa

Seguro que me van a llamar reiterativo, pero en este caso me da igual. Hoy se celebra al santo más universal y más veces citado todos los días en todo el mundo. Y tienen un pecado tanto los portugueses como la Iglesia al citarlo de forma tal que caló en todo el mundo ese “error”. Millones de santuarios, de imágenes y de citas así como incontables los que llevan su nombre. Se trata de Fernando de Bulhôes, que llegó a ser en la vida religiosa san Antonio de Lisboa.

Es falso y un error llamarle de “Padua”, cuando en realidad es y nació en Lisboa (1195-1231), en Alfama, su barrio más entrañable donde el fado se oye, las rúas rezuman entrañables recodos, las casas todas ellas con una típica estructura que configura el mismo ser de la ciudad de la luz. Es de los personajes más universales: predicador, teólogo de prestigio que llegó a ser doctor de la Iglesia hasta el punto e que el papa Gregorio IX le denominó “Arca del Testamento”, sobre todo por sus incontables sermones que se calculan en más de seis mil, que le otorgaron un gran prestigio.

Así se expresa un biógrafo suyo: “Reconducía a la paz fraterna a los desavenidos, hacía restituir lo sustraído con la usura y la violencia, liberaba a las prostitutas de su torpe mercado y disuadía a ladrones famosos por sus fechorías de meter las manos en las cosas ajenas. No puedo pasar por alto cómo él inducía a confesar los pecados a una multitud tan grande de hombres y mujeres que no bastaban para oírles ni los religiosos ni otros sacerdotes, que en no pequeña cantidad lo acompañaban”.

Rapidísima fue su canonización por Gregorio IX. Es el segundo santo más rápidamente canonizado (352 días después de su fallecimiento, el 30 de mayo de 1232).Treinta años después de su muerte, el sarcófago donde se encontraba su cadáver fue abierto. Todo su cuerpo estaba ya corrupto con excepción de la lengua, lo que provocó una oleada de devoción y admiración que incluyó a personalidades como san Buenaventura. Pío XII en 1946 lo declaró “Doctor de la Iglesia”, “Doctor Evangélico”.

En una discusión con un hereje, fue desafiado a demostrar la presencia de Jesús en la Eucaristía. Para ello, pusieron a una mula por ayuno, para que cuando fueran a liberarla, esta escogiera entre el alimento y la adoración a Jesús. Llegado el momento, el animal dejó de lado el heno para inclinarse ante la presencia de Dios, lo cual dejó impresionada a la multitud.

Este es el patrón de la ciudad de Lisboa, que lo honra con gran orgullo. Pero el de la diócesis (el Patriarcado de Lisboa) es el diácono san Vicente, natural de Huesca y perseguido y sacrificado en Valencia por los romanos que le tiraron al mar. Le recogieron en una barca sus seguidores y lo trajeron para Lisboa. En ese momento se subieron dos cuervos a la embarcación y le acompañaron hasta la ciudad portuguesa. Por eso en el escudo de la capital aparecen una barca y dos cuervos. Algo que desconocen incluso algunos guías turísticos de la ciudad, como muy bien sabe el deán de la catedral ourensana y algún grupo más que le acompañó en una visita.

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