Opinión

“… Que nos de o vento en papa"”

En este día, 16 de julio, existe un hecho en la mayoría de los pueblos marítimos que, personalmente, sobre todo en nuestras rías, me emociona y agrada inmensamente. Hoy es la festividad de la Virgen del Carmen, patrona de las gentes del mar y la mayoría de los pueblos del litoral organizan una procesión con la imagen de la Virgen por nuestras rías. Barcos engalanados, concentración de numerosas embarcaciones… todo un espectáculo religioso digno de ver.

Es una de las más antiguas advocaciones de la Iglesia de la que ya habla el profeta Eliseo en el Antiguo Testamento y son muchísimos los conventos carmelitas en todo el mundo e incontables las mujeres que la llevan por nombre. Aquí, en la ciudad de Ourense, la parroquia de la Santísima Trinidad celebra su novena y porta la imagen por el casco viejo ourensano con numerosa concurrencia. 

El pueblo de Marín, en la ría pontevedresa, le canta aquello tantas veces recordado: “Nosa Señora do Carmo que nos de o vento en popa, que somos os de Marín, levamola vela rota…” Acaso acuden a su patrona en la certeza de que Ella puede mucho. Porque ¡cuánta razón tenía Don Bosco cuando afirmaba que “Cuando María ruega todo se obtiene, nada se niega”!

Pues bien y siguiendo con el fundador salesiano: “En este mar tempestuoso, fúlgida estrella, cada vez que te miro, Tu eres más bella”. Lo es para cuantos tenemos fe y somos conscientes de lo que supone en la fe católica basándonos sobre todo en el Concilio de Efeso y en el Vaticano II, sin olvidar los pasajes bíblicos de la Anunciación, las Bodas de Caná y el Calvario, donde, desde la cruz, nos la entregó como madre. Necesitamos, necesita este mundo actual, que nuestras embarcaciones tantas veces a la deriva, tantas veces con incontables velas rotas, reciban esa ayuda, ese impulso y esa fuerza del viento para las popas de nuestras pequeñas barcas. Porque, nos hemos vuelto tan materialistas, tan faltos de sentido sobrenatural, que acudimos únicamente a las ayudas que difícilmente pueden enderezar el navío en el que viajamos. Acaso ignoramos, minusvaloramos, la experiencia y nos cuesta caer en la cuenta de que este mundo o se arregla desde otras instancias o lo que es nosotros poco remedio le vamos a dar.

Buen momento sería el día de hoy para que, recordando la canción de Marín, fuésemos capaces de afrontar una reflexión seria sobre muchas situaciones para las que las soluciones de tejas a bajo son del todo punto ineficaces. En un mundo tan sumamente movido por el consumo, por la economía, la corrupción y tantos desmanes que están llenando nuestras cárceles, sería conveniente –eso creo- un toque de atención recordando con Pemán que: “Ni el rezo estorba al trabajo ni el trabajo estorba al rezo; que trenzando juncos y mimbres se puede lograr a un tiempo, para la tierra un cestillo y un rosario para el cielo”. Lo demás es evadirse de la realidad que tantas veces nos asfixia.

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